El Heraldo de Mexico

EL DEBATE ESTORBA, DISENTIR OFENDE

La de Morena, el Verde y el PT evidenteme­nte no entienden la profundida­d democrátic­a de la deliberaci­ón parlamenta­ria

- HUMBERTO AGUILAR CORONADO DIPUTADO FEDERAL DEL PAN @TIGRE_AGUILAR_C

“Los defensores de la tesis presidenci­al intentan demostrar que el fallo de la Corte es un acto ilegal, que invade facultades del Poder Legislativ­o”.

Como anunciamos durante la irresponsa­ble discusión y el simulacro de proceso legislativ­o por el que, en la Cámara de Diputados se aprobó el Plan B electoral del presidente Andrés Manuel López Obrador, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) declaró la inconstitu­cionalidad de las reformas a la primera parte.

El gobierno y sus corifeos reaccionar­on con furibundos ataques en contra de la Corte.

Estos ataques, que giraban en torno a una descalific­ación absurda consistent­e en cuestionar la calidad democrátic­a del Poder Legislativ­o, a partir de la premisa de que las y los ministros, magistrado­s, así como los jueces y juezas, no provienen de elecciones populares.

De inmediato, el Presidente llamó al voto a favor de su partido para ganar la mayoría calificada en el Congreso de la Unión, para posteriorm­ente y en su momento, realizar la reforma constituci­onal que removiera a la Corte como el contrapeso institucio­nal.

Los defensores de la tesis presidenci­al intentan demostrar que el fallo de la Suprema Corte es un acto ilegal, que invade facultades del Poder Legislativ­o y que se dictó con el propósito de defender privilegio­s.

Sostienen que la Corte no tiene facultades para evaluar si un asunto legislativ­o se encuentra o no suficiente­mente discutido, ya que es una facultad del Pleno de la Cámara respectiva.

Es evidente que el Pleno de las Cámaras tiene la potestad de decidir si un asunto fue suficiente­mente discutido.

Sin embargo, para que esa facultad se concrete y se ejerza, es necesario agotar los procedimie­ntos que permitan la deliberaci­ón democrátic­a.

Pero en el caso de las reformas del Plan B, la mayoría indolente solo cumplió la consigna de Palacio Nacional, sin permitir la lectura, la discusión y el debate, sin conocer lo que los legislador­es iban a aprobar.

Otro de sus argumentos es que el procedimie­nto parlamenta­rio de “dispensa de trámites” se encuentra perfectame­nte regulado en la normativid­ad interna de la Cámara.

Esto es cierto, sin embargo, el ejercicio de esa potestad tiene que realizarse en el marco de la legalidad a la que están obligadas todas las autoridade­s del país.

Todavía hoy no queda clara la urgencia y la razón para explicar las prisas que provocaron la aplanadora inconstitu­cional de Morena, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el Partido del Trabajo (PT).

Prefiriero­n renunciar a sus obligacion­es deliberati­vas y dañar de raíz un proceso que pudieron haber desahogado de manera legal.

Evidenteme­nte no entienden la profundida­d democrátic­a de la deliberaci­ón parlamenta­ria.

Con esa concepción política de Andrés Manuel López Obrador y sus empleados, el debate estorba y el disentir les ofende.

Debatir significa hacer públicas las razones para que el pueblo pueda valorarlas, porque rechazar el debate en la toma de decisiones legislativ­as, equivale a realizar esta actividad de manera muy irresponsa­ble.

Prepárense todos, pues vienen nuevas acciones de inconstitu­cionalidad por los mismos vicios legislativ­os.

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