CUITLÁHUAC Y SUS MANIFESTACIONES PORRILES
la renuncia de la ministra presidente de la Corte, Norma Lucía Piña, que por muy “pacífica” que dijeron que fue su manifestación, acabó en agresiones contra los representantes de los medios de comunicación.
Hasta los mismos trabajadores de su administración, denunciaron ser obligados por sus jefes inmediatos el acudir a las marchas en “apoyo” al Presidente de la República y de la autollamada 4T, además de estar hartos a que los obliguen a ir, todavía les piden usar sus propios recursos.
Esta vez, bajo el pretexto de una “concentración por la defensa de la soberanía del pueblo y contra la corrupción que invade a la SCJN”, el gobernador y los legisladores llegaron amenazando e intimidando con ataúdes que traían la imagen de la ministra Norma Piña, como vil acto porril y no de un mandatario estatal.
Es penoso el comportamiento de quien está encargado de cuidar y velar por la integridad de más 8 millones de veracruzanos, una conducta tan misógina, machista y con una clara réplica de mensajes de violencia y odio contra una mujer y contra quienes integran el máximo tribunal constitucional del país.
El gobernador de Veracruz no representa a todos los veracruzanos, él solo representa los intereses de su prócer, de su líder mesiánico, que se apoya de todos los recursos gubernamentales para amedrentar a quienes él piensa que le estorban en la continuación de sus “transformación”.
La caravana violenta del gobernador es la clara expresión del autoritarismo en el país, un acto vil de intimidación política, una embestida similar a las que hace la delincuencia organizada, sin olvidar el seguimiento del odio que día con día se predica en las mañaneras.
Mientras la entidad se baña de sangre por ejecuciones, feminicidios, y toda la inseguridad que llegó a diversos puntos de su geografía, el mandatario estatal se toma su tiempo en ir a provocar actos vandálicos a la Corte, todo para cumplir con los caprichos presidenciales, es una pena y una enorme vergüenza que en más de cuatro años Veracruz no tenga todavía un verdadero gobernador.
“Es penoso el comportamiento de quien está encargado de cuidar y velar por la integridad de más de ocho millones de veracruzanos”.