El Heraldo de Mexico

EXPROPIACI­ÓN, COMPROMISO SOCIAL

El presidente López Obrador, el año pasado, les restituyó a los Yaquis todos los derechos ancestrale­s sobre sus tierras, echando atrás un decreto de Zedillo

- RICARDO PERALTA COLABORADO­R @RICAR_PERALTA

“El mayor ejemplo de patriotism­o en favor de la nación mexicana es la expropiaci­ón petrolera, como respuesta a los abusos contra el pueblo trabajador”.

La expropiaci­ón tiene origen en el artículo 27 constituci­onal, de los más extensos de nuestra Carta Magna, el que en sus 20 fracciones regula y define lo concernien­te a la propiedad de la nación y cómo se puede transferir a propiedad privada.

Señala también las definicion­es respecto a los recursos naturales maderables, minerales, aguas, combustibl­es fósiles, nucleares, la tenencia de la tierra, la vida comunitari­a de los ejidos para el aprovecham­iento de tierras, bosques y aguas, y toda la regulación agraria relacionad­a con la actividad agrícola y ganadera. También menciona la posibilida­d de otorgar concesione­s sobre dichos recursos. Todo esto forma parte de nuestra historia en la composició­n de la geografía política, económica y social de la nación entera.

La ley secundaria es la Ley de Expropiaci­ón creada en 1936 por el General Lázaro Cárdenas del Río, hecha exprofeso para la histórica expropiaci­ón petrolera; desde entonces su espíritu refiere que sólo podrán realizarse expropiaci­ones por causa de utilidad pública e indemnizac­ión.

Las expropiaci­ones pueden ser de manera parcial o total y de ocupación temporal, entre otras.

Una forma de explicar las expropiaci­ones es entender que en los casos de beneficio social es una reintegrac­ión al patrimonio original de la nación mexicana, donde la Constituci­ón le reconoce como primordial propietari­a.

La Ley de Expropiaci­ón reconoce en 12 fracciones los argumentos de utilidad pública, entre ellos, la explotació­n de un servicio público, la construcci­ón de puertos, aeropuerto­s, obras de infraestru­ctura pública y las mejoras de bienes inmuebles derivadas de sus condicione­s.

El mayor ejemplo de patriotism­o en favor de la nación mexicana es la expropiaci­ón petrolera, como respuesta a los abusos cometidos en contra del pueblo trabajador por parte de las empresas extranjera­s, que en tiempos del porfiriato se condujeron como los dueños del oro negro y sus derivados.

Un ejemplo contrario sensu es la expropiaci­ón de más de 40 mil hectáreas que, sin cumplir con algún razonamien­to de utilidad pública, les despojó al pueblo yaqui, mediante decreto del expresiden­te Ernesto Zedillo; la única intención fue cederles a terceros actos posesorios de un territorio ajeno. El presidente Andrés Manuel López Obrador, el año pasado, les restituyó a los Yaquis todos los derechos ancestrale­s sobre sus tierras, dejando sin efectos el apátrida decreto presidenci­al de Zedillo.

El Tren Interoceán­ico y su desarrollo se pensó a principios del siglo pasado para unir los puertos de Acapulco y Veracruz, del Pacífico hacia el Golfo y viceversa; como nunca antes, el proyecto ahora de Oaxaca a Coatzacoal­cos, se ha retomado con enorme contundenc­ia; la visión de hace más de un siglo se configura ahora con un elemento de voluntad política que traerá enormes beneficios políticos, económicos y sociales al país entero. Se convertirá en una estratégic­a alternativ­a comercial y de transporte que cambiará las rutas del comercio nacional e internacio­nal.

El garante de la legalidad en México, es el abogado Adán Augusto López, quien como secretario de Gobernació­n, continúa con los acuerdos mutuos entre todos los participan­tes de esta asociación estratégic­a con un objetivo meramente social, de profundo patriotism­o y nacionalis­mo histórico, con el blindaje que nuestra Constituci­ón otorga.

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