Poesía contra la violencia
EN SILENCIO, CLYO MENDOZA REFLEXIONA EN TORNO A TEMAS COMO EL MALTRATO Y EL COMPLEJO ENTORNO DE UNA SUICIDA
“En la cocina los muros se levantan. Mi madre muerde un pedazo de papa mientras llora. No me atrevo a mirarla. Si aquí no se llora por qué ella hunde su rostro en las lágrimas como en un sepulcro. Cállate madre, o vendrá él a callarte. No se lo digo”, se lee en las primeras líneas de Silencio de Clyo Mendoza.
Reeditado por Almadía, el libro de la poeta cuenta la historia de Águeda y de su madre, una mujer que ante la violencia estructural que sufría, decidió quitarse la vida con veneno para ratas, “una especie de protesta tras ser eternamente silenciada”.
“Algunos dirían que a la madre de Águeda no la mató nadie y aunque no es que alguien la haya asesinado, existieron una serie de motivaciones que la orillaron a quitarse la vida, la violencia estructural que se ejercía sobre ella alcanzó tal punto que ni sus hijos, ni su bebé —quienes se supone debían ser un ancla para las personas— pudieron evitar su muerte”, contó la autora, quien explicó que la historia se basa en la vida de la madre de una amiga de su infancia.
Silencio, de acuerdo con Mendoza, comenzó a escribirlo luego tener un sueño con la madre de Águeda, o al menos con quien en ese contexto onírico lo era, un hecho que la trastocó a tal grado que decidió convertirlo en poesía.
“Ante la comunidad, la madre de mi amiga era una pecadora por haberse suicidado, pero ella y yo creíamos lo contrario, por eso me interesó representar el tránsito de una voz que está apagada, una voz que necesitaba hablar y que fue silenciada por su propia comunidad”, dijo.
Y agregó “que también buscó resaltar cómo Águeda defendió a su madre después de su muerte, aún ante su padre, cuya presencia le incomodaba".
La autora de Furia advirtió que se trata de un acontecimiento que lleva a la poesía narrativa con mucho respeto para evidenciar las múltiples víctimas de la violencia estructural.
Sobre la reedición del libro, explicó que luego de haber recibido el Premio Internacional Sor Juana Inés de la Cruz por Silencio, no tuvo buena distribución y fue como si “nunca hubiera sido publicado”.
“No me quejo, la publicación del libro me dio muchas satisfacciones, sobre todo el hecho de comenzar a vivir de un género del que pocos tienen el privilegio; pero además, cuando gané quise hacer modificaciones, pero por el carácter del premio no pude hacerlo", explicó.
Finalmente, indicó que la poesía escrita por mujeres “aparentemente está balanceada”, pero el género continúa siendo poco publicado por la industria.