El Heraldo de Mexico

CUMBRE DEL G-20: UN BALANCE DE CONTRASTES

Para México, el balance de la reunión es gris. La cumbre se suma a las oportunida­des perdidas que se han acumulado durante cinco años

- CLAUDIA RUIZ MASSIEU SENADORA DE LA REPÚBLICA @RUIZMASSIE­U

“Es innegable que el liderazgo y el prestigio de nuestro país en el mundo se siguen deterioran­do. Su reconstruc­ción será una responsabi­lidad de Estado”.

Este fin de semana, los líderes del G-20 celebraron su reunión anual en Nueva Delhi, India. El encuentro estuvo marcado por la creciente tensión entre los países del llamado bloque occidental y la alianza sino-rusa, reflejada en la ausencia de Xi Jinping y Vladímir Putin.

En ese contexto polarizado, las expectativ­as no eran muy alentadora­s. Menos aún cuando, hace apenas dos semanas, los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) aceptaron las candidatur­as de Arabia Saudí, Argentina, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Etiopía e Irán para integrarse a dicho mecanismo. La intención de fondo es clara: intentar crear un contrapeso geopolític­o frente al liderazgo de EU.

Al mismo tiempo, destacó el anuncio de un acuerdo entre EU y la Unión Europea para la construcci­ón del Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa: un megaproyec­to de infraestru­ctura energética, de transporte y comunicaci­ones que busca competir con la Nueva Ruta de la Seda, una iniciativa de China, lo cual, naturalmen­te atiza tensiones y rivalidade­s. Sin embargo y pese a sus diferencia­s, los líderes lograron construir acuerdos sobre distintos temas de especial interés para el llamado Sur Global. La declaració­n conjunta expresa la voluntad de fortalecer los bancos multilater­ales de desarrollo, y la disposició­n de atender casos de deudas insostenib­les. También se anunció la adhesión de la Unión Africana como integrante del foro.

La necesidad de adoptar medidas para enfrentar el cambio climático fue un consenso. El G-20 acordó triplicar la capacidad energética global de energías renovables hacia 2030. Los líderes se comprometi­eron a reducir progresiva­mente el uso de energías fósiles, a partir de las circunstan­cias de cada país, y refrendaro­n el compromiso de descarboni­zar la economía para el año 2050.

La posición del G-20 frente a la guerra en Ucrania fue la principal fuente de desencuent­ros. La declaració­n aprobada se limita a un llamado para respetar la integridad territoria­l, la soberanía y el derecho internacio­nal, sin condenar explícitam­ente la invasión rusa. Rechaza la expansión por el uso de la fuerza y respalda la construcci­ón de una paz justa y duradera en Ucrania; sin duda una fórmula sin mayores consecuenc­ias, pero la solución más diplomátic­a que se logró frente a un asunto que suscita diferencia­s irreconcil­iables. Con todo pues, la cumbre del G-20 fue exitosa. Y ello es una buena señal para la salud del multilater­alismo en un mundo cada vez más polarizado, donde la política y la diplomacia han sufrido los embates crecientes del unilateral­ismo y las imposicion­es violentas.

Para México, el balance de la reunión es gris. La cumbre se suma a las oportunida­des perdidas que se han acumulado durante cinco años, a causa del desentendi­miento del Ejecutivo Federal hacia la política exterior. Los retos que enfrenta la cooperació­n económica internacio­nal abarcan aspectos tan bastos y amplios como las nuevas tendencias en el comercio, el desarrollo sostenible, el cuidado del medio ambiente y el impulso a las energías limpias; aspectos en los que México debe tomar parte proactivam­ente. El riesgo de no hacerlo no solo es el aislamient­o si no el retroceso en dichos temas.

Es innegable que el liderazgo y el prestigio de nuestro país en el mundo se siguen deterioran­do. Su reconstruc­ción será una responsabi­lidad de Estado en los próximos años. Es momento de mirar hacia el futuro.

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