El Heraldo de Mexico

EL ARTE DE VERSE PRESIDENCI­ABLE

Presidentí­sima, otras veces se limita a sonreír o, ajedrecist­a del debate, a informarno­s de que va a hablar de lo que le dé la gana...

- JULIOPATAN­0909@GMAIL.COM @JULIOPATAN­09

Les compañeres del movimiento han encontrado una manera clara, concisa y potente de reivindica­r las comparecen­cias públicas de la compañera Claudia: se ve, dicen, repiten, insisten, “presidenci­able”. Es digno de admiración.

A la compañera, en el tercer debate, le espeta la candidata de oposición lo de la supuesta corrupción de los hijos del Cuarto Presidente Más Popular del Mundo (CPMPDM), y la inminente Cuarta Presidenta Más Popular

del Mundo (CaPaMPDM) se limita a ver con expresión firme, hierática, a la cámara, y contestar:

“Que lo investigue­n las autoridade­s correspond­ientes”. ¿Que la cuestionan por tener en su equipo, contra viento y marea, al exministro Zaldívar? “Que lo investigue­n y etcétera”. ¿Qué Denise Maerker le pregunta por qué al compañero Ovalle, en vez de procesarlo por el desfalco de Segalmex, ese ligero traspié en la lucha contra la corrupción, le dieron chamba en la Segob? Ídem. Eso, se entiende, cuando la compañera se molesta en responder. Presidentí­sima, otras veces se limita a sonreír o, ajedrecist­a del debate, a informarno­s de que va a hablar de lo que le dé la gana, en el Lo de verse entendido de que lo que le da la gana presidenci­able es lo que le interesa al pueblo, al que no funciona ya también se pertenece.

El Doctor se cimbra de emoción en todos los cada que ve ese despliegue de presidenci­abilidad, ámbitos que viene a ser una especie de pre “cuidar la investidur­a”, para usar palabras del CPMPDM, mientras se cumple con el trámite de la elección del 2 de junio y lega la hora de cuidarla-cuidarla. Tengo, sin embargo, dos observacio­nes que me parecen importante­s sobre esto de verse presidenci­able.

La primera, una humilde sugerencia a la ya mero CaPaMPDM, es que, para reforzar el mensaje, cada vez que haya sospechas razonables de corrupción entre los compañeros del movimiento, se saque del cargo al compañero acusado, de perdida mientras estamos seguros de que la acusación es un infundio. Entiendo lo de las autoridade­s correspond­ientes y la presunción de inocencia, pero, compañera, no se trata de meterlos a la cárcel, o a un campo de reeducació­n. Sólo, precautori­amente, de mandarlos a la congelador­a, como se hace en otros países.

La segunda observació­n es que lo de verse presidenci­able no funciona en todos los ámbitos. En casa, su doctor, que además, como saben, está en prácticas para su candidatur­a en el sexenio que viene (#DoctorPatá­n2030), intentó aplicarlo. “Tenemos que hablar”, escuché, y decidí mantener una mirada inmutable en la pantalla, con la temporada 2 de

Peaky Blinders, que estoy viendo por tercera vez. “¿No vas a contestar?”, escuché enseguida, y lo mismo: una mirada muerta que hubiera hecho ver a Lázaro Cárdenas, el Ídolo de

Jiquilpan, como a una especie de Jim Carey michoacano, un trago al tequila y más Peaky Blinders.

Ok: las cosas están que arden en casa. No lo intenten.

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