7 de septiembre de 2020 Lunes el confinamiento y el regreso gradual a la normalidad jugarán un papel psicológico que puede resultar adverso para las personas, una vez que el semáforo llegue a verde. De acuerdo con una publicación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el síndrome de la cabaña consiste en una persona que experimenta miedo o rechazo ante la necesidad de exponerse y salir de casa después de un largo periodo sin hacerlo. De acuerdo con Erika Villavicencio Ayub, investigadora, consultora y coordinadora de psicología organizacional en la UNAM, es probable sentirse incómodo al momento de retomar las actividades y se puede manifestar de forma física. Para superar este tipo de impedimentos, la especialista recomendó iniciar con metas pequeñas como depositar la basura en el exterior o ir a la tienda. “Es necesario intentar en repetidas ocasiones y con un grado de dificultad mayor para superar la situación. De esta forma, la persona podrá manejar la ansiedad y el miedo”, señala. Este síndrome, añade, se deriva de la sensación de que las personas se están exponiendo, de que hay ciertos pensamientos catastróficos y estas señales demeritan la motivación de salir. Para la analista, esta condición es relativamente normal, debido a que la humanidad entera está atravesando por un evento sin precedentes. El impacto mundial del virus ha hecho que la humanidad tenga más miedo del patógeno que del terrorismo. “La gente le tiene más miedo al terrorismo que a andar en auto”, dice Peter R. Neumann, profesor de estudios de seguridad del según la agencia Esto ocurre pese a que muere muchísima más gente en accidentes de auto o cayéndose en la regadera mientras se baña, que como víctima del terrorismo, pero la gente le tiene más miedo al terrorismo, porque es algo fuera de su control. Aunque el terrorismo mata gente, dice Neumann, “su objetivo principal es manipular nuestras ideas y nuestros cálculos”. Pero el terrorismo del Coronavirus es más aterrador, no sólo por estar tan extendido, sino también porque es inmune a las respuestas habituales: no le hacen mella ni la vigilancia, ni los comandos de asalto, ni los dobles agentes, ni la persuasión. “No se trata de un enemigo humano o ideológico, o sea que no se inmuta ni con discursos ni con amenazas”, dice Neumann. “El virus es algo que no conocemos ni podemos controlar”. King's College de Londres, AFP.