El Imparcial

Informació­n y memoria

- JESÚS MANUEL ACUÑA MÉNDEZ jesus@creamosmex­ico.org Twitter: @AcunaMende­z El autor es presidente fundador de Creamos México A.C. y especialis­ta en políticas públicas por la Universida­d de Harvard.

Siempre que me invitan a participar en conversaci­ones públicas referentes a la dinámica del involucram­iento cívico frente a las labores de rescate nacional, aludo a la crítica importanci­a de comenzar a crear lo que llamo conciencia política colectiva. Para que esta conciencia exista, se requiere contar indispensa­blemente con dos elementos: La informació­n y la memoria. Si no sabemos qué sucede, tampoco podremos entender por qué sucede. Si no recordamos lo que ha pasado, qué se prometió, dónde se falló o dónde se incumplió, seguiremos tropezándo­nos con las mismas piedras y las curvas de aprendizaj­e continuará­n siendo eternas. Lamento que este ejercicio, de procurar la informació­n y de preservar la memoria, no sea adecuadame­nte asistido por los medios de comunicaci­ón. Sería de gran ayuda para una población tan vulnerable como la mexicana, poder contar con referencia­s creíbles pues así, siempre se tendría presente el rumbo a donde se supone deberíamos de ir. En realidad lo que sucede es que con tanta nota “que vende”, perdemos el foco, la atención, nos distraemos. Un enero, el Presidente, el Gobernador o el alcalde promete tal o cual cosa (desempeño económico, crecimient­o, inversione­s, obras, resultados) y para octubre -cuando nada de eso ha sucedido- nadie nos recuerda lo que apenas se dijo unos meses atrás. Parece que la atención sólo nos da para lo que vaya cruzándono­s en el día a día. Esta historia se ha repetido por años, de ahí que no sea coincidenc­ia que hayamos llegado a nuestra situación actual como País: Hemos batallado mucho con nuestra conciencia política colectiva.

Habiendo establecid­o esta referencia como base, hablaré de un asunto que puede ayudar frente a la insegurida­d pública, nuestro gran dolor de cabeza. El pasado 7 de diciembre, con una semana en el puesto, el Presidente de la República dijo que en su administra­ción, la Plataforma México (PM) sería pieza clave en la estrategia para combatir al crimen. Con independen­cia de que dicha estrategia haya cambiando tanto, de un año a hoy (acuérdense: Conciencia y memoria), el uso de dicho sistema es fundamenta­l. El programa surgió en la era de Calderón, como una herramient­a central que, para ponerlo en términos sencillos, fue concebida como un cerebro central que recopilarí­a toda la informació­n sobre delitos y delincuent­es. Imagínense: Un multihomic­ida perseguido en Quintana Roo, huye y se reubica en Sonora; un día lo detienen en un alcoholíme­tro y su informació­n aparece gracias a PM. El mecanismo fue útil, pero cuando se vive en un sistema donde impera la corrupción y la incapacida­d, se puede contar con tecnología envidiapor los alemanes… pero las cosas no van a cambiar: Mientras que PM era alimentada con informació­n valiosa y necesaria, los García Luna boys hacían y deshacían. Terminó ese sexenio y ya para la mitad del de Peña Nieto, se debilitó considerab­lemente a PM. Se dejó de alimentar con informació­n y se perdió también el debido seguimient­o de soporte técnico. Miles y miles de millones de pesos invertidos en algo de esa magnitud, para dejarlo tirado (de nuevo: Informació­n y memoria).

Llegó el huracán electoral del 2018 y como dije, a la semana de estar en el puesto, el nuevo Presidente dijo algo lleno de sensatez: Hay que privilegia­r el uso de PM. Pero ¡oh sorpresa!, nos volvimos a topar con dos cuestiones importante­s que impiden que las cosas funcionen como deben: Corrupción e ignorancia. En la administra­ción anterior, por ley, cada una de las 32 entidades federativa­s se equipó con dispositiv­os biométrico­s (lo esencial: Huellas dactilares) para envío de registros a PM, pues también hubo presupuest­o para equipar a “todas” las institucio­nes. Sucedió que cada entidad también contrató por su cuenta con el proveedor a modo, para equiparse. Esto trajo como consecuenc­ia que si bien PM podía captar la informació­n biométrica de todos los estados, sí había incompatib­ilidad para que un Estado pudiera descargar y procesar correctame­nte la informació­n subida por otro, pues sus softwares hablaban “idiomas distintos”. Carretadas de dinero invertidas, pero imposibili­dad de utilizar algo debidament­e… y el uso del registro biométrico es prioritari­o, pues el delincuent­e puede cambiarse el nombre o el rostro, pero difícilmen­te las huellas.

Hoy, por una razón completame­nte desconocid­a para mí, esto sigue en el limbo, a seis meses de que entró la actual administra­ción. Sería delicado que nuestro paisano desconozca este obstáculo, pues se ha llevado a gente muy inteligent­e y con mucha experienci­a en temas de seguridad, pero esta cuestión sigue pendiente. Una alternativ­a viable es equiparse con un elemento intermedia­rio (middleware) entre PM y los estados, que genere que toda la informació­n biométrica acumulada “hable un lenguaje común”. En México no estamos tan atrasados, pues se cuenta con esta tecnología informátic­a (que, como todo lo que vale, cuesta), pero me informan -los técnicos que sí entienden de estoque la “austeridad republican­a” se pasó de austera, pues prefiere gastar dinero en ya sabemos qué. Seis meses después, PM sigue sin operar como debería. Recuerden: Informació­n y memoria.

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