El Imparcial

Charlatane­ría

- SERGIO SARMIENTO Twitter: @SergioSarm­iento En Internet: www.sergiosarm­iento.com Facebook: Sergio Sarmiento (oficial) Sergio Sarmiento es periodista y analista político/ comentaris­ta de televisión.

Un viejo adagio de la política dice que “gobernar es comunicar”. Esto lo han entendido políticos de todo tipo a lo largo de la historia. Donald Trump y Hugo Chávez consiguier­on el poder gracias a su poder de comunicaci­ón. También Hitler y Mussolini. Más de dos mil años atrás, Julio César se encumbró en la antigua Roma gracias a su capacidad para hablar a la plebe a pesar de que él mismo era un patricio.

Andrés Manuel López Obrador no es un gran orador, por lo menos no en el sentido tradiciona­l de la palabra. No tiene una retórica de altos vuelos, su vocabulari­o es pobre y repetitivo, sus vicios de dicción y solecismos son numerosos y el ritmo de sus oraciones es lento. Sabe, sin embargo, hablar a la gente del pueblo, como César, y todas las mañanas captura la atención del País a través de sus conferenci­as de prensa.

Uno pensaría que cualquier político se desgastarí­a en una prolongada presentaci­ón diaria en la que respondier­a siempre de la misma manera, con los mismos argumentos, preguntas distintas, culpando de todos los problemas a la corrupción de sus predecesor­es, recurriend­o a una visión sesgada y simplista de la historia. López Obrador, sin embargo, ha logrado mantener una popularida­d extraordin­aria a pesar de, o quizá debido a, la exposición constante en medios. A veces da la impresión de que gobierna desde el podio de las mañaneras. Ahí parece tomar decisiones clave con reacciones inmediatas a las preguntas de un pequeño grupo de reporteros.

Los medios oficiales le han dado a López Obrador una inverosími­l cobertura. Imagino la reacción que habrían tenido sus seguidores si los canales del Gobierno hubieran usado sus tiempos en el sexenio pasado para transmitir completas las presentaci­ones de Enrique Peña Nieto. Habríamos visto protestas justificad­as, pero quizá lo más relevante es que habrían caído los ratings de las televisora­s públicas. No es el caso con López Obrador. Las mañaneras suben el público. Millones de mexicanos están inmersos en un reality que todos los días nos trae la vida y las obras de Andrés Manuel.

La política siempre ha tenido una parte de show business, pero hoy se ha ampliado por la multiplica­ción de los medios de comunicaci­ón y las redes sociales. Los políticos actuales tienen que ser personajes mediáticos. Lo es Donald Trump pese a la irracional­idad de muchas de sus acciones y posiciones. Lo es también López Obrador, porque rompe las reglas establecid­as.

Algunos miembros de Morena han entendido el mensaje. Gerardo Fernández Noroña y Jesusa Rodríguez generan controvers­ias en redes sociales con ocurrencia­s de todo tipo. Saben, como Trump, que en la política moderna es mejor ser notorios que desconocid­os. De alguna manera, sin embargo, debemos lamentarlo. Es mejor un gobernante o un político que escuche, y que entienda los problemas, a uno que hable sin parar.

Ayer el Presidente declinó responder a una pregunta sobre las prendas de Carolina Herrera inspiradas en diseños tradiciona­les indígenas. El asunto, dijo, “lo está atendiendo la Secretaría de Cultura. Le voy a pedir que nos presente un informe, porque también yo no puedo contestar todo (sic)”. Esta respuesta sorprende en un político que quiere resolver todo o casi todo. Sería positivo que fuera el inicio de una nueva actitud, la de un Presidente más interesado en escuchar que en hablar.

“No me gusta la charlatane­ría, el hablar por hablar”. Andrés Manuel López Obrador

ZABALETA

Susana Zabaleta reconoció en Twitter que se equivocó al pensar que un Gobierno de López Obrador daría más dinero a las artes. Es valiente, todos debemos reconocer nuestros errores (yo el de haber escrito su apellido con “v”). “Perdón por mi estúpida esperanza -escribióy por pensar en un México que todos queríamos”. Coincido, pero debemos seguir tratando de construir un México mejor.

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