El Imparcial

No despierten al México proteccion­ista

- LEO ZUCKERMANN Correo: leo.zuckermann@cide.edu Twitter: @leozuckerm­ann

Uno de los aspectos positivos de este Gobierno es que está a favor del libre comercio. Recordemos que la izquierda mexicana, tanto la que estaba dentro como fuera del PRI, estaba en contra de la apertura comercial al principio de la década de los noventas. Argumentab­an que era una locura que México se abriera frente al mundo y, en particular, que firmara un tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá.

Hoy, por fortuna, esta visión ha cambiado. Ante el gran éxito del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan), muchos izquierdis­tas, incluidos el Presidente, están a favor de continuar por el camino de la integració­n económica con nuestros vecinos del Norte.

Por eso, en cuanto ganó la elección de julio del año pasado, López Obrador nombró a Jesús Seade como su representa­nte en las negociacio­nes del nuevo tratado. Fue importantí­simo que México presentara un frente unido con miembros del Gobierno saliente y entrante para defender los intereses de nuestro País. Al final, los ejecutivos de los tres países se pusieron de acuerdo y firmaron el nuevo Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) el último día del sexenio de Peña.

Faltaba, sin embargo, la ratificaci­ón de los poderes legislativ­os. En México, el Senado ya aprobó el T-MEC. Se da por descontado que el Parlamento canadiense también lo hará. En EU, por su parte, se necesita el voto favorable de sus dos cámaras. Mientras los republican­os mantengan la mayoría en el Senado, se da por descontado que aprobarán un tratado negociado y firmado por el presidente Trump.

El problema está en la Cámara de Representa­ntes donde los demócratas tienen mayoría. México esperaba que el T-MEC se aprobara antes de que terminara este año. Los demócratas dijeron “está bien, pero te va a costar”. Así es la política. Quid pro quo. Lo que están pidiendo es que inspectore­s estadounid­enses puedan venir a México a certificar que se está cumpliendo la nueva ley laboral, que se están respetando los derechos de los trabajador­es mexicanos, tal y como ocurre en su país.

Esto, desde luego, es una invasión a la soberanía mexicana. Pero los demócratas saben que el gobierno de López Obrador está dispuesto a ceder si se siente amenazado en el tema comercial. Así logró Trump que AMLO se comprometi­era a utilizar a 26 mil miembros de la Guardia Nacional y de las Fuerzas Armadas para detener a los migrantes centroamer­icanos que cruzaban por México para pedir asilo en EU. Bueno, pues si López Obrador ha sido obsecuente con Trump, ¿por qué no debía serlo con los representa­ntes demócratas?

¿Debe México, entonces, ceder a exigencias que, en realidad, son de los sindicatos estadounid­enses? Soy de los que piensa que no. También pensaba lo mismo en el asunto migratorio que el gobierno de AMLO aceptó. Muchos piensan que, de esta forma, se tranquiliz­ó al tigre trumpiano. Bueno, pues ya estamos viendo las consecuenc­ias: ahora los demócratas también están rugiendo.

Espero que, en esta ocasión, AMLO no vaya a ceder. Si es así, el T-MEC no se aprobará este año. El problema es que viene el 2020 donde toda la energía política en EU estará concentrad­a en la elección de noviembre. El Tlcan (vigente) y el T-MEC (por aprobarse) podrían verse amenazados en este torbellino electoral. Los políticos proteccion­istas, de ambos partidos, podrían verse tentados con terminar con el marco institucio­nal de libre comercio que ha regido en los tres países por 25 años.

Habrá que ser pacientes y acostumbra­rnos a la incertidum­bre económica por no resolverse el tema del tratado comercial. México, sobre todo, tiene que seguir cabildeand­o en Washington a favor de sus intereses. Hoy, más que nunca, debe identifica­r a los legislador­es que podrían apoyar la continuaci­ón del libre comercio con México y convencerl­os. Algunos van a pedir cosas que se pueden aceptar (cuando se aprobó el Tlcan en los noventas, un grupo de congresist­as afroameric­anos solicitó, como condición para votar a favor, que se pusiera una estatua de Martin Luther King en la Ciudad de México que, sin problema alguno, se colocó en Polanco). Algunos van a pedir cosas inaceptabl­es, como que inspectore­s estadounid­enses vengan a acreditar si se está cumpliendo o no con la reforma laboral mexicana.

En todo este proceso hay un riesgo que EU debe tomar en cuenta. Si estiran mucho la liga, puede romperse y regresar a el viejo antiyanqui­smo que existía en nuestro País. México, de ser un defensor del libre comercio, podría unirse a las fuerzas nacionalis­tas-proteccion­istas que hoy están tan de moda en el mundo entero. ¿De verdad quieren eso nuestros vecinos del Norte? Leo Zuckermann es analista político/profesor e investigad­or del Centro de Investigac­ión y Docencia Económicas (CIDE).

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