El Imparcial

UN CHEF QUE SAZONA CON AMOR

El mejor ingredient­e para cualquier de sus platillos es el amor; eso lo aprendió de su mamá

- POR ANDREA GARCÍA agarciap@elimparcia­l.com

TIJUANA, BAJA CALIFORNIA GH Bajar temprano a la cocina a preparar los pancakes para el cumpleaños de su mamá, así fue como inició su romance con la cocina, tan sólo tenía 8 años de edad.

El chef Ruffo Ibarra dice que el amor es el mejor ingredient­e para cualquiera de sus platillos, eso lo aprendió de su mamá.

“Mi madre se acuerda más de esto, que (yo) el día de las madres y en su cumpleaños me bajaba a la cocina, le hacía hot cakes de grandes a chiquitos como si fuera una torrecita e íbamos a su cuarto a cantarle Las Mañanitas”, recordó Ibarra.

Formó parte de la primera generación de Culinary Art School en Tijuana, trabajó en Cenador de Amós en Cantabria, España y al lado de Massimo Bottura en la Ostería Francescan­a, en Italia.

Sin duda ahora su presencia en Oryx Capital, dijo, es la escuela de todos los días, donde perfeccion­a sus propuestas y pone a prueba su sazón.

SU PLATILLO

Hoy en día, no sólo su cocina tiene renombre, también él, quien como chef con causa, ha escalado a otro nivel.

Su primer receta a perfeccion­ar, a tal grado que le llevó dos años hacerlo, fue la crema de elote.

“La crema de elote puede ser una cosa muy sencilla, simple y sabrosa, me acuerdo de estas latitas que había, y un día decidí hacer una receta con erizo morado, y esa receta me tomó dos años ajustarla a donde dije: No puedo moverle nada”, recordó.

Como todos los chefs novatos, él también pasó por la etapa de querer ser lo que no, europeo, con platillos franceses, españoles, pero la simplicida­d lo hizo regresar a los orígenes.

“Me encanta jugar con recuerdo o nostalgia, propio o común, cuando recién abrimos el restaurant­e tenía una sopa de letras, porque quiero que cuando lo veas, sonrías de acordarte de tu mamá”, puntualizó.

MEJOR ACOMPAÑANT­E

Dice que la música es parte de su acompañant­e a la hora de cocinar, siempre es mejor, de hecho su equipo de trabajo así lo hace.

También comparte que las manos son su instrument­o favorito, el quemarse, el tocar, el poner la sazón, serán sin duda lo mejor, tanto como el ajo y el amor a cada platillo.

El sabor y el sazón de Ruffo Ibarra han hecho que su estilo de cocina se coloque a un nivel transfront­erizo y endémico.

Además el pasado 2019 logró llevar su talento gastronómi­co a causas sociales como This Is About Humanity, con la fundación del chef José Andrés ( World Central Kitchen) y Fundación Castro Limón.

“LO QUE LE HEREDÉ A MI FAMILIA, A MI MAMÁ, ESTÁ EN LA YEMA DE LOS DEDOS Y ESA ES LA HERRAMIENT­A PRINCIPAL”

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Formó parte de la primera generación de ‘Culinary Art School’, en Tijuana.
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Le tomó dos años ajustar su receta de la crema de elote hasta el punto donde dijo: ‘No puedo moverle nada’.

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