UN CHEF QUE SAZONA CON AMOR
El mejor ingrediente para cualquier de sus platillos es el amor; eso lo aprendió de su mamá
TIJUANA, BAJA CALIFORNIA GH Bajar temprano a la cocina a preparar los pancakes para el cumpleaños de su mamá, así fue como inició su romance con la cocina, tan sólo tenía 8 años de edad.
El chef Ruffo Ibarra dice que el amor es el mejor ingrediente para cualquiera de sus platillos, eso lo aprendió de su mamá.
“Mi madre se acuerda más de esto, que (yo) el día de las madres y en su cumpleaños me bajaba a la cocina, le hacía hot cakes de grandes a chiquitos como si fuera una torrecita e íbamos a su cuarto a cantarle Las Mañanitas”, recordó Ibarra.
Formó parte de la primera generación de Culinary Art School en Tijuana, trabajó en Cenador de Amós en Cantabria, España y al lado de Massimo Bottura en la Ostería Francescana, en Italia.
Sin duda ahora su presencia en Oryx Capital, dijo, es la escuela de todos los días, donde perfecciona sus propuestas y pone a prueba su sazón.
SU PLATILLO
Hoy en día, no sólo su cocina tiene renombre, también él, quien como chef con causa, ha escalado a otro nivel.
Su primer receta a perfeccionar, a tal grado que le llevó dos años hacerlo, fue la crema de elote.
“La crema de elote puede ser una cosa muy sencilla, simple y sabrosa, me acuerdo de estas latitas que había, y un día decidí hacer una receta con erizo morado, y esa receta me tomó dos años ajustarla a donde dije: No puedo moverle nada”, recordó.
Como todos los chefs novatos, él también pasó por la etapa de querer ser lo que no, europeo, con platillos franceses, españoles, pero la simplicidad lo hizo regresar a los orígenes.
“Me encanta jugar con recuerdo o nostalgia, propio o común, cuando recién abrimos el restaurante tenía una sopa de letras, porque quiero que cuando lo veas, sonrías de acordarte de tu mamá”, puntualizó.
MEJOR ACOMPAÑANTE
Dice que la música es parte de su acompañante a la hora de cocinar, siempre es mejor, de hecho su equipo de trabajo así lo hace.
También comparte que las manos son su instrumento favorito, el quemarse, el tocar, el poner la sazón, serán sin duda lo mejor, tanto como el ajo y el amor a cada platillo.
El sabor y el sazón de Ruffo Ibarra han hecho que su estilo de cocina se coloque a un nivel transfronterizo y endémico.
Además el pasado 2019 logró llevar su talento gastronómico a causas sociales como This Is About Humanity, con la fundación del chef José Andrés ( World Central Kitchen) y Fundación Castro Limón.
“LO QUE LE HEREDÉ A MI FAMILIA, A MI MAMÁ, ESTÁ EN LA YEMA DE LOS DEDOS Y ESA ES LA HERRAMIENTA PRINCIPAL”