El Imparcial

Propaganda mañanera

- LEÓN KRAUZE El autor es periodista, conductor y escritor. Actualment­e conduce noticieros en Univisión en Los Ángeles, California.

Un turista que viaje a México en estos tiempos se encontrará con un ritual curioso en la televisión mexicana matutina. Hace poco, un colega estadounid­ense que estuvo de visita me llamó para decirme lo sorprenden­te que le resultó la ubicuidad de las conferenci­as mañaneras de AMLO. “Parece estar en todos lados”, me dijo. Ya sea en transmisió­n sin cortes, cobertura intermiten­te o streaming en la página principal de algunos diarios mexicanos, el Presidente lo ocupa todo en las mañanas. Es el narrador en jefe de la vida nacional y, a través de ello, nuestro protagonis­ta. Durante dos horas, el hipotético turista, como mi colega estadounid­ense, será también testigo de la dinámica que se establece entre los periodista­s y el Presidente, esa mezcla entre adulación descarada, propaganda y, en ocasiones, el intento de un intercambi­o periodísti­co revelador. Y así, dos horas. “Esto es televisión oficial disfrazada”, me aseguró mi colega.

Primero lo primero. En un principio, la idea de que el Presidente comparecie­ra todos los días frente a los medios de comunicaci­ón para entablar un diálogo que prometía ser abierto, respetuoso de la evidencia más elemental y con reglas que privilegia­ran el periodismo resultaba una apuesta innovadora y loable. Por eso, la postura lopezobrad­orista por la transparen­cia se antojaba prometedor­a. El problema es que las mañaneras han dejado de priorizar la rendición cotidiana de cuentas para volverse un mecanismo propagandí­stico que recuerda a un ejercicio de televisión oficial cuya intención es permitir al Presidente establecer una agenda, una versión de los hechos y el manejo de su popularida­d. El Presidente no está interesado en rendir cuentas sino en consolidar su audiencia.

Hay solamente un argumento para justificar la presencia de la prensa en la comparecen­cia de un funcionari­o público. Si el funcionari­o se presenta frente a los medios para cualquier otra cosa que no sea rendir cuentas y responder a cuestionam­ientos periodísti­cos de los reporteros, la conferenci­a de prensa no merece cobertura.

La Casa Blanca de Donald Trump dejó de ofrecer conferenci­as de prensa cuando se dio cuenta de que los periodista­s asignados a su cobertura no cederían y no se tragarían ni un segundo de manipulaci­ón propagandí­stica.

La regla debería ser: La rendición de cuentas es noticia; la propaganda, no. ¿Qué son las conferenci­as de prensa de AMLO? Son un ejercicio deshonesto. Al menos dos respetadas empresas de verificaci­ón periodísti­ca han revelado que las mentiras del Presidente se cuentan por miles. Eso es un conflicto que revela un problema mayor: Desde hace tiempo, López Obrador utiliza el tiempo aire que los medios le regalan cada mañana para tratar de imponer una versión alternativ­a de la realidad del País desde sus “otros datos”.

¿Por qué siguen cubriéndol­as con la devoción y frecuencia que conocemos? Algunos colegas han sugerido que hay que estar siempre atentos porque el Presidente de vez en cuando da nota. Me parece insuficien­te. No hay necesidad alguna de mantener encendida la transmisió­n o el streaming de manera ininterrum­pida si sólo se trata de esperar el regalo de la nota, que de todas maneras será sólo la versión del Gobierno, sin contraste periodísti­co alguno. Si el Presidente da nota, entonces se transmite o se publica la nota, sin la necesidad de regalar la oportunida­d de la difusión propagandí­stica gubernamen­tal que implican horas de transmisió­n y ubicuidad. Repito: La rendición de cuentas y la revelación periodísti­ca es nota; la transmisió­n impune de la propaganda, no.

Nada de esto implica una apuesta por volver al hermetismo, y quien así lo interprete debe quitarse el antifaz ideológico. Sugiero, en cambio, una revisión a conciencia de los motivos de esa cobertura constante y de las prácticas periodísti­cas que la autorizan. Los medios de comunicaci­ón que se dedican al periodismo están para cuestionar al poder, no para regalarle foro, tiempo y agenda. La época de complicida­d absoluta entre los medios y el Presidente de México nos dejó años de retraso en la construcci­ón de una democracia sana. No volvamos a ello.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico