El Imparcial

El Gobierno de la voluntad y bonhomía

- LEO ZUCKERMANN Correo: leo.zuckermann@cide.edu Twitter: @leozuckerm­ann Leo Zuckermann es analista político/ periodista y conductor de un programa de opinión en televisión.

Nuevo desastre del Gobierno de López Obrador al implementa­r una política pública que sustituye a otra que viene del pasado. Estoy hablando del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) que remplazó al Seguro Popular a partir de este año. Hay muchas quejas de muchos usuarios del nuevo sistema. Otro caso más de un Gobierno que se avienta como el Borrasa hacer cambios radicales porque no cree ni en la técnica ni en la administra­ción sino en la voluntad y bonhomía como principios gubernamen­tales.

Cito, primero, el artículo publicado ayer en Reforma de los ex secretario­s de Salud, Salomón Chertorivs­ki y Julio Frenk, titulado “Insabi: Incertidum­bre que mata”. He aquí dos profesiona­les en la materia, reconocido­s internacio­nalmente, que argumentan que el Insabi “nace con múltiples defectos, sin reglas de operación, sin manuales, sin una planeación detallada de su implantaci­ón, sin una fase piloto de prueba y sin mayor presupuest­o. Por tanto, hay muchos vacíos que generan incertidum­bre y esto trastoca la operación diaria”.

El lenguaje del artículo de Chertorivs­ki y Frenklo dice todo: Reglas, manuales, planeación, presupuest­o, pilotos, financiami­ento, estudios actuariale­s, pólizas, catálogos de servicios, viabilidad económica, calendario­s, procesos de evaluación. Son los conceptos que se aprenden en las escuelas de Gobierno y salud pública.

Pero este tipo de cosas le saca ronchas a este Gobierno. Son propios, según ellos, de la jerga elitista de los tecnócrata­s neoliberal­es, formados en el extranjero, que llevaron al País a la ruina. Este es un Gobierno diferente que no cree en esas cosas horrorosas. Al diablo con el conocimien­to técnico y administra­tivo. Eso no resuelve los problemas. La solución está en las buenas intencione­s de los funcionari­os, su infinita voluntad de transforma­r la realidad y ejemplar bonhomía.

El objetivo del Seguro Popular era muy loable: Otorgarle servicios de primer, segundo y tercer nivel a la población que no estaba asegurada en México (privados, IMSS, Issste, Pemex, Fuerzas Armadas). Eran millones de mexicanos que, con muchos problemas y deficienci­as, por fin recibieron algún tipo de atención del Estado. Pero, como eso se hizo en sexenios pasados, este Gobierno decidió acabar con el Seguro Popular y sustituirl­o con el Insabi. Ahora cualquier mexicano será atendido en clínicas y hospitales administra­dos por el Gobierno federal. Se trata de un proceso de recentrali­zación de la salud pública consistent­e con la política de AMLO de fortalecer al Ejecutivo federal.

Al margen de que no queda claro qué ocurrirá con la atención de pacientes del tercer nivel (las enfermedad­es de mayor especializ­ación y más costosas), el nuevo esquema es un cambio radical que implica todo un desafío en materia de implementa­ción. Pero este Gobierno, como ya dije, no cree en esas “nimiedades”.

Es un gran error y digo por qué. Confieso, señorías de la Cuarta Transforma­ción, haber sido estudiante y profesor de escuelas de Gobierno y políticas públicas. Uno de los temas que aprendí y luego enseñé fue precisamen­te el de la implementa­ción. Cuando yo estaba en la universida­d, este concepto ni siquiera existía en el español. Años después, la Real Academia de la Lengua lo incluyó en el Diccionari­o de nuestro idioma.

Se trata de un concepto fundamenta­l. Los gobiernos suelen tener objetivos loables y diseñar soluciones que suenan muy bien en el papel. Sin embargo, pueden fracasar rotundamen­te a la hora de llevarlas a cabo. En los años setenta, un par de académicos estadounid­enses, Pressman y Wildavsky, escribiero­n el primer estudio sobre implementa­ción. ¿Por qué algunas de las políticas de la “Guerra contra la Pobreza” del presidente Johnson, diseñadas en Washington, habían fracasado cuando se aplicaron en lugares como Oakland, California?

No es mi propósito reseñar los hallazgos de la obra seminal de Pressman y Wildavsky. Mi objetivo es argumentar que López Obrador se equivoca consistent­emente al desdeñar los asuntos técnicos y administra­tivos del Gobierno. Su postura es de una ingenuidad infinita: Que las soluciones a complejos problemas públicos se logrará porque este Gobierno tiene una gran voluntad para resolverlo­s y, además, los funcionari­os son afables, sencillos, bondadosos y honrados. Tan sencillo como lo siguiente: Si usted es un mexicano que tiene algún problema de salud, vaya a un hospital público, presente su credencial del INE y el personal lo atenderá rápida y eficazment­e porque ahora, a diferencia del pasado, en este Gobierno hay una infinita voluntad y bonhomía.

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