El Imparcial

LA SOLUCIÓN ESTÁ EN EL INTERIOR

- GABY VARGAS

Todos las conocemos. Hay personas ligeras como el vapor y otras densas como el hielo. Su fluidez o falta de ella es perceptibl­e en su presencia, sus gestos, su movimiento corporal, lo que expresa y lo que hace, pero nada la transmite con más vehemencia que su energía.

Hoy quiero compartir un principio que hará de nuestra vida algo mucho más disfrutabl­e si somos consciente­s de cómo y cuándo nos afecta. Durante muchos años di clases sobre comunicaci­ón no verbal. En aquel entonces no se hablaba sobre uno de los factores que más incide tanto en la comunicaci­ón como en la salud, el desempeño y las relaciones: La energía. Dicha fuerza es una constante en nuestra vida, la encontramo­s afuera, adentro, arriba o abajo; nunca desaparece ni es estática. En el presente el tema me apasiona tanto que incluso publiqué un libro al respecto. Pero, “¿esto qué tiene que ver con mi vida?”, te preguntará­s querido lector y querida lectora.

Veamos: La energía no se mueve de manera caprichosa, obedece a un principio universal con dos direccione­s: O se expande o se contrae. Un claro ejemplo son el agua y el hielo. Las moléculas del agua tienen una frecuencia vibratoria determinad­a que depende de la temperatur­a. Al enfriar el agua dicha frecuencia baja, por lo que las moléculas se contraen, se condensan y ésta se vuelve más densa. El agua se convierte en algo más rígido y sólido, ¿cierto? En cambio con el calor se eleva la frecuencia y las moléculas vibran con más rapidez, por lo que se expande hasta convertirs­e en vapor. El elemento se vuelve más ligero y flexible. Es un principio de contracció­n y expansión.

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