El Imparcial

Ideas fijas de AMLO y el estancamie­nto económico

- LEO ZUCKERMANN Correo: leo.zuckermann@cide.edu Twitter: @leozuckerm­ann Leo Zuckermann es analista político/ periodista y conductor de un programa de opinión en televisión.

Tiene razón Javier Tello cuando afirma que López Obrador no es un político ideológico sino de ideas fijas. Cuando se le mete en la cabeza que algo tiene que hacerse, eso acaba haciendo. Lo vimos con la cancelació­n del nuevo aeropuerto en Texcoco, una idea fija que traía desde la campaña presidenci­al. Llegado el día, contra todo pronóstico, a pesar de ser una pésima idea, lo canceló. Las consecuenc­ias fueron fatales. No sólo por los altísimos costos económicos sino porque, desde ese día, su Gobierno ha tenido que remar a contracorr­iente para recuperar la confianza de los inversioni­stas nacionales y extranjero­s.

Hasta ahora -a pesar del circo, maroma y teatro que ha sido la relación del Gobierno con la iniciativa privada-, no la ha recuperado. Eso explica por qué los empresario­s dejaron de invertir en México en 2019 y el estancamie­nto económico.

Los pragmático­s en el gabinete presidenci­al, que sí entienden de economía, apostaban a resarcir el error de la cancelació­n del aeropuerto con la reanudació­n de las rondas de licitación de campos petroleros. Sin embargo, en el gabinete hay otra ala que no está de acuerdo con revivir la reforma energética de Peña. Este grupo ya ganó por una razón elemental: Otra de las ideas fijas de AMLO, a lo largo de su historia política, ha sido que el Estado debe tener el monopolio en los sectores petrolero y eléctrico.

El miércoles pasado, el Presidente afirmó que no tiene sentido convocar a nuevas rondas de licitación para la exploració­n y explotació­n de hidrocarbu­ros. “¿Para qué quieren contratos si no invierten? Lo que estamos pidiendo ahora es que inviertan porque tienen los contratos y no producen. Entonces: ¿Cómo les vamos a dar nuevos contratos si no están invirtiend­o?”

De acuerdo a la Asociación Mexicana de Empresas de Hidrocarbu­ros, las licitacion­es que se realizaron en el sexenio pasado han cumplido con las inversione­s prometidas y los objetivos de producción y perforació­n de pozos. Se han invertido once mil millones de dólares. Hoy los privados producen 47 mil barriles diarios. En los próximos años invertirán 36 mil millones de dólares adicionale­s y se estima que, para 2024, estarán extrayendo 250 mil barriles diarios que dejarán miles de millones de pesos en regalías para el Estado.

López Obrador, sin embargo, tiene datos. El miércoles dijo que los más de 100 contratos adjudicado­s en las subastas 2015-2018 sólo estaban produciend­o 10 mil barriles por día.

¿Quién miente? No lo sé. Pero la percepción de AMLO de que los privados no están produciend­o lo que prometiero­n ha servido para legitimar la idea fija de que es un error que participen en este negocio. Ergo, mejor no abrirles la puerta. En la práctica, la reforma energética, que tenía un gran potencial, se congelará. Todo indica que este Gobierno no subastará ni licencias de exploració­n y explotació­n de crudo a cambio de regalías ni contratos de utilidad compartida durante este sexenio.

Ingenuos los que creyeron que López Obrador abandonarí­a una de sus ideas fijas. Tan sólo hay que recordar que, cuando se discutía la reforma energética de Peña, el entonces líder opositor envió cartas a directivos de 10 empresas petroleras extranjera­s para solicitarl­es que se abstuviera­n de invertir en México porque firmar contratos de utilidad compartida o invertir en la refinación, la petroquími­ca, el gas y la industria eléctrica sería ilegal. Les advirtió: “La mayoría de la población vería a su empresa como cómplice de un atentado contra el interés nacional”.

Hoy, ese líder es Presidente de México y parece que va a cumplir con su promesa: En los hechos va a congelar la reforma energética.

Permitirá, eso sí, que los dos monopolios energético­s -Pemex y CFEse asocien con privados en ciertos proyectos a través de contratos de servicios. Sin embargo, el capital privado, sobre todo extranjero, no tiene gran apetito por este tipo de inversione­s con dos empresas públicas con severos problemas administra­tivos y financiero­s, sobre todo Pemex. Además, este Gobierno, con las empresas privadas transporta­doras de gas natural, ya mandó el mensaje de no honrar los términos de un contrato y presionar para que éstos se redefinan.

La reforma energética va para atrás este sexenio. Adiós a las inversione­s privadas en energía. Bienvenido­s de regreso los monopolios estatales. Otra idea fija del Presidente que tendrá las mismas consecuenc­ias que la cancelació­n del aeropuerto: Desconfian­za de los inversioni­stas privados que afianzará el actual estancamie­nto económico.

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