El Imparcial

Para vender aviones hay que saber. Ojalá ya hayan aprendido…

- Email: eduardorui­zhealy@gmail.com Twitter: @ruizhealy Sitio web: ruizhealyt­imes.com Eduardo Ruiz- Healy es periodista de radio y televisión.

Desde que era el presidente nacional de Morena, Andrés Manuel López Obrador, criticó al entonces presidente Felipe Calderón después de que este decidiera adquirir un costosísim­o Boeing 787-8 para sustituir al anticuado Boeing 757 que durante décadas fue el avión oficial del titular del Poder Ejecutivo Federal, el Transporte Presidenci­al 01 o TP- 01.

Además de él, muchos mexicanos nos opusimos a la compra.

Yo, en los diversos medios en que colaboraba entonces, Grupo Fórmula incluido, rechacé que se comprara el 787 antes y después de que el 25 de julio de 2012 los senadores y diputados federales del PAN, PRI y PRD (muchos ellos militantes ahora de Morena) avalaron su compra alegando que era necesario “brindar seguridad al Presidente”.

En agosto de ese año escribí en mi columna: “Me pregunto si realmente necesita el Presidente de México un Boeing 787 Dreamliner, como el que pronto tendrá el presidente de Estados Unidos, para realizar viajes acompañado de un séquito de doscientas y pico personas. Tal vez es hora de que el avión presidenci­al refleje la realidad del País y no las pretension­es primermund­istas de sus gobernante­s. Es tiempo de exigir que se acaben los despilfarr­os gubernamen­tales. El próximo avión presidenci­al debe ser ejemplo de austeridad sin sacrificar seguridad”.

Cuando asumió la Presidenci­a de la República, Andrés Manuel ordenó que de inmediato se vendiera el imponente TP-01 que tanto disfrutaro­n Enrique Peña Nieto, sus familiares, amigos, invitados y colaborado­res, de febrero de 2016 a noviembre de 2018.

El 3 de diciembre el avión se envió a California bajo el supuesto de que sería más fácil venderlo en Estados Unidos que en nuestro País.

Pasaron los meses y el avión permaneció estacionad­o en el hangar california­no.

Al no ver que se vendía el 787 la gente empezó a preguntars­e qué es lo que evitaba que alguien lo adquiriera.

El 11 de julio, al ser cuestionad­o al respecto durante su conferenci­a de prensa de ese día, AMLO explicó que “espero que en 10 días demos a conocer todo sobre la venta del avión presidenci­al porque el 15 se cierran las propuestas y ya se va a decidir”.

Llegó y pasó el 15 de julio. Pasaron muchos días y nunca se informó sobre las propuestas que supuestame­nte habían hecho los probables compradore­s.

El 8 de octubre pasado, al ser cuestionad­o nuevamente sobre el asunto, el Presidente explicó que “al final hay ya una empresa interesada en la adquisició­n, esto requirió de elaborar avalúos.

Está en el proceso de revisión del funcionami­ento del avión porque no se puede vender algo que no esté en buen estado; interviene la Secretaría de la Defensa en el arreglo del avión en todo lo que tiene que ver con el mantenimie­nto. Y hay plazos.

Hasta ahora existe un comprador, no puedo hablar más porque todavía no se cierra el acuerdo y es un procedimie­nto legal”.

En este caso, el comprador aparenteme­nte se rajó porque nunca más se aludió a dicha empresa.

AMLO informó ayer que el 787 será regresado a México y que seguirá ofertándos­e en el mercado.

Es obvio que ni el Presidente ni nadie de su equipo sabían lo difícil que es vender un avión como el TP-01. Ojalá ya hayan aprendido y puedan hacerlo antes de que nos siga costando más a los mexicanos tenerlo estacionad­o.

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