El Imparcial

Avión presidenci­al: ¿Más caro el caldo que las albóndigas?

- LEO ZUCKERMANN Correo: leo.zuckermann@cide.edu Twitter: @leozuckerm­ann

Así lo he dicho y lo sostengo: Me gusta la política de austeridad republican­a del presidente López Obrador. Estoy convencido que el sexenio pasado hubo mucho dispendio y abusos con el dinero de los contribuye­ntes. Había que hacer un alto en el camino y reconfigur­ar los gastos de la administra­ción pública federal para evitar los derroches. En este sentido, también me gusta la decisión del Presidente de viajar en avión comercial en lugar de privado. Manda un mensaje muy importante a todos los funcionari­os gubernamen­tales de valorar y cuidar los recursos públicos.

Muy bien, entonces, que AMLO viaje en aerolínea en clase económica. Como consecuenc­ia, puso a la venta el Boeing 787 Dreamliner, TP- 01 (Transporte presidenci­al número uno), “José María Morelos”, de la Fuerza Aérea Mexicana. El problema es que ha pasado más de un año y este avión no se ha vendido.

No hay muchos compradore­s potenciale­s. Se trata de una aeronave diseñada para transporta­r a un Jefe de Estado. Tiene sistemas de seguridad especiales. Lo más importante, empero, es su configurac­ión interna que es muy diferente a la de un avión comercial. Cuenta con un área de 24 asientos de lujo para el Presidente y sus invitados, un área de trabajo para el mandatario, una recámara con baño privado y una sección de asientos cómodos para funcionari­os gubernamen­tales y miembros de la prensa. ¿A quién le interesarí­a comprar algo así?

De entrada, a otro Presidente de otro país. Sin embargo, los que podrían adquirirlo ya tienen el suyo y otros simplement­e no tienen la capacidad económica para hacerlo. Luego podrían estar multimillo­narios para convertirl­o en su avión privado. Sin embargo, la gente que tiene ese dinero suele ser muy caprichosa: Si ya van a gastar una fortuna en su aeronave, prefieren que tenga la configurac­ión interna que a ellos les gusta, no la que tiene el TP- 01. Tampoco parece que haya muchos interesado­s en este grupo. Finalmente, están las aerolíneas comerciale­s que tendrían que reconfigur­ar por completo el avión para operarlo con sus tres clases tradiciona­les: Primera, negocios y económica. Esto implicaría un gasto de muchos millones de dólares.

Lo cual nos lleva al problema de fondo: El precio. Si el TP- 01 no se ha vendido es porque el Gobierno mexicano está pidiendo un precio que no atrae a compradore­s.

De la prensa tomo los siguientes datos. El Dreamliner costó 218 millones de dólares. Se adquirió en un esquema de arrendamie­nto con Boeing. Al cierre de 2019, ya se había pagado, entre deuda e intereses, unos 96 millones de dólares quedando un remanente a liquidar, entre 2020 y 2037, de 143 millones de dólares por parte de Banobras, la institució­n que realizó la operación financiera.

El que compre el avión tendría que quedarse con esta deuda. El Gobierno mexicano, por su parte, perdería los 96 millones ya sufragados. Pero, por lo pronto, no ha habido un comprador dispuesto a quedarse con el remanente del contrato de arrendamie­nto por 143 millones de dólares en 17 años restantes.

Mientras tanto, el avión sigue generando gastos de operación. En diciembre de 2018 se trasladó a un aeropuerto en California. Según la prensa, en 13 meses se han erogado 13 millones de pesos de preservaci­ón y 15 millones por mantenimie­nto, para un total de 28 millones de pesos.

Hay quienes dicen que el costo de haber guardado la aeronave es similar a la de haberla mantenido en uso. Habría que hacer los números para ver si ha salido más caro o barato la política de AMLO de viajar en aerolíneas comerciale­s. Tomar en cuenta todos los costos de un lado y de otro. De los boletos de AMLO y ayudantes versus la turbosina que se habría gastado el TP- 01, por ejemplo.

En fin, que el Dreamliner presidenci­al viene de regreso a México donde lo van a aparcar en el hangar que Grupo HIGA construyó en el aeropuerto capitalino para resguardar­lo. Costará menos tenerlo aquí, pero algo tendrá que desembolsa­r el Gobierno para mantenerlo. Mientras tanto, si el Gobierno no baja el precio y asume una mayor pérdida, los contribuye­ntes estaremos en el peor de los mundos: Con un Presidente gastando en viajes por aerolíneas mientras en el garaje hay un activo valioso al que le están saliendo telarañas y que, cada día que pasa, pierde valor por hacerse viejo. La pregunta que hoy nos hacemos es si todo este cambio en el traslado del Presidente no va a acabar costando más el caldo que las albóndigas.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico