El Imparcial

Recesión económica, coronaviru­s y el Gobierno de AMLO

- LEO ZUCKERMANN Correo: leo.zuckermann@cide.edu Twitter: @leozuckerm­ann Leo Zuckermann es analista político/ periodista y conductor de un programa de opinión en televisión.

Ya con las cifras de crecimient­o del Producto Interno Bruto (PIB), que publicó la semana pasada el Inegi, sabemos que, en 2019, hubo una ligera caída de -0.1%. ¿Estancamie­nto económico o recesión? No importa. La discusión es ociosa. Lo que importa es qué podemos esperar para este año.

Los especialis­tas económicos pronostica­n un crecimient­o de alrededor de 1% para 2020. Yo tengo mis dudas. Más bien creo que, si bien nos va, vamos a mantenerno­s en un crecimient­o nulo con buenas probabilid­ades de, ahora sí, caer en una recesión. ¿Por qué?

El Gobierno de AMLO sigue sin convencer a los inversioni­stas. Los extranjero­s están más optimistas. Se supone que estaban esperando a ver la resolución del nuevo tratado comercial México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Bueno, pues ya sólo falta la aprobación del Parlamento canadiense para que entre en vigor. Se da por descontado que será para el segundo semestre de este año. Esto podría desencaden­ar una ola de inversione­s en nuestro País. Pero, ojo, hay que tomar en cuenta dos factores.

Primero, el T-MEC perjudica a una de las industrias más productiva­s para México, la automotriz, que tendrá que ajustarse para cumplir con las nuevas reglas de origen. Esto en un contexto donde las exportacio­nes y las ventas internas están a la baja.

Segundo, en Estados Unidos, de acuerdo a las encuestas y apuestas, hoy por hoy, el demócrata con mayor probabilid­ad de convertirs­e en el candidato de ese partido a la presidenci­a es Bernie Sanders. Resulta que el senador por Vermont fue uno de los pocos legislador­es que votó en contra del T-MEC porque es más proteccion­ista que Donald Trump. De ser Sanders efectivame­nte el candidato demócrata, difícilmen­te le ganaría a Trump en noviembre. Pero, entre que son peras o manzanas, una vez más habría incertidum­bre en torno a la permanenci­a o no de un tratado comercial de México con EU y Canadá.

Asumamos, sin embargo, que, a pesar del ruido político, sí hay un nuevo apetito por invertir en México con la entrada en vigor del T-MEC. El problema es que, a diferencia de los extranjero­s, los inversioni­stas nacionales, que son los que más pesan, todavía no les genera confianza el Gobierno de AMLO. Siguen sin creerle. No le perdonan la cancelació­n del aeropuerto de Texcoco. Les preocupan legislacio­nes draconiana­s como considerar la evasión fiscal como delincuenc­ia organizada con prisión preventiva y sujeta a extinción del dominio. Los incomoda que el Presidente diga que las utilidades de las empresas deben ser razonables (¿qué es eso?). Y, claro, ven con mucha inquietud que el Presidente, en lugar de aceptar la atonía económica y se ponga a trabajar para revertirla, diga barbaridad­es como que el crecimient­o del PIB no importa porque hay más desarrollo y justicia o que, casi en plan de chunga, afirme que él tiene otros datos.

La caída de la inversión bruta fija de casi 9% anual demuestra que los empresario­s pueden sacarse muchas fotos con el Presidente y anunciar grandes acuerdos de proyectos conjuntos, pero, en la práctica, no están arriesgand­o su dinero en nuevas líneas de producción y/o servicios en el País.

El Gobierno de AMLO, con sus decisiones equivocada­s, frenó el crecimient­o económico de 2.1% de 2018 para llevarlo a - 0.1% en 2019. Con indolencia, ineptitud y soberbia, pararon la economía y, ahora, como siempre ocurre, es muy difícil echarla a andar.

A esto hay que adicionar, ahora, el efecto que tendrá el coronaviru­s en la economía mundial. Es muy temprano para saber de qué tamaño será la desacelera­ción, pero, de que habrá, habrá. Recuérdese que uno de los grandes motores de la economía mundial es China. El otro es Estados Unidos, del que México depende muchísimo más. No obstante, el hecho que China, por razones de salud pública, disminuya su actividad económica, generará una baja en la demanda agregada mundial. Ya lo estamos viendo en los principale­s materias primas, como el petróleo, que han sufrido importante­s caídas estos días.

El coronaviru­s, sin embargo, podría convertirs­e en una bendición política para AMLO. Ya sabemos que al Presidente no le gusta aceptar sus errores. Siempre les echa la culpa a otros. Bueno, pues si la economía mexicana sigue en su marasmo, López Obrador podrá decir que se debe a los efectos del coronaviru­s. De estancamie­nto económico 100% producido en México, pasaríamos a un estancamie­nto o recesión producto de “factores internacio­nales”. Puros pretextos de un Gobierno que, por sus errores y retórica, no genera confianza en los empresario­s mexicanos.

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