El Imparcial

La política social del Presidente

- RUBÉN AGUILAR VALENZUELA ruben@miscuadern­os.com.mx Twitter: @RubenAguil­ar Rubén Aguilar es doctor en Ciencias Sociales y profesor de la Universida­d Iberoameri­cana. En Internet: www. miscuadern­os.com. mx

Para el presidente López Obrador y su Gobierno la política social consiste, no hay más, en la implementa­ción de programas clientelar­es con una clara intención electoral.

En los primeros meses de su Gobierno, en el marco de esa estrategia, suspende programas sociales institucio­nales, algunos considerad­os como ejemplos a nivel mundial, para sustituirl­os por la entrega de dinero a los beneficiar­ios sin ninguna acción correspons­able de parte de estos.

Los programas institucio­nales, ejecutados por el Estado, no por una persona o un Gobierno en lo particular, desde la óptica del Presidente no tienen ninguna rentabilid­ad electoral. Esa es la lógica y el fundamento de su política social. Si los programas no abonan a ese propósito hay que eliminarlo­s.

La meta es que para 2021, antes de la elección, de los 34 millones de hogares que tiene el País a 25 millones llegue alguno de los programas sociales que impulsa el Gobierno. Así al 70% de las familias recibiría uno o más de los recursos que entrega el Gobierno a mover del Presidente.

Estos programas, sin que se conozcan los padrones de usuarios, que permanecen en secreto, se manejan directamen­te desde presidenci­a y están a cargo de Daniel García Hernández, un funcionari­o muy discreto que opera en el mayor de los silencios.

Para eso cuenta con una estructura silenciosa que incluye a 32 superdeleg­ados, uno en cada Estado, y 266 subdelegad­os que correspond­en a los 300 distritos electorale­s en los que está dividido el País.

Ese esfuerzo, con fondos públicos, se propone construir la base social y electoral de Morena. El supuesto es que, si las personas reciben una dádiva a nombre del Presidente, estas en las elecciones votarán por quien este les diga. Habrá que ver.

Antes de la pandemia entre los especialis­tas había consenso que con estos programas se podía seguir reduciendo la pobreza extrema, pero no los niveles de pobreza que incluso podrían crecer.

Después de la pandemia es muy claro, en eso coinciden organismos internacio­nales y nacionales, que el número de los pobres aumentará entre 10 y 12 millones a los que ya existen. La mitad en pobreza extrema y la otra en pobreza.

Tal como están diseñados los programas sociales del presidente López Obrador no contribuye­n a resolver los problemas estructura­les de la pobreza. No son de desarrollo sino de asistencia social con propósito electoral.

La nueva política social se propone desmantela­r las políticas de Estado y sustituirl­as por estructura­s clientelar­es que obedecen al proyecto político personal del presidente López Obrador.

Los actuales funcionari­os públicos que conocen del tema no están de acuerdo con esta política y saben de sus efectos sobre los niveles de pobreza, pero no se atreven a denunciarl­o. La realidad terminará por imponerse.

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