El Imparcial

LAS PERSONAS PASIVO-AGRESIVAS

- DENISE RAMOS MURRIETA deniseramo­sm@yahoo.com

Ella no trabajaba y cuando él llegaba después del trabajo, cansado, con hambre, casi nunca estaba lista la comida y él se tenía que poner a cocinar lo que quería comer. Los trastes del desayuno estaban apilados en el lavabo, las camas estaban destendida­s, la casa olía a basurero porque ella no había sacado la basura. Ella se había dedicado todo el día a ver televisión. Luisa no hacía nada para que su hogar fuese más acogedor. Ella argumentab­a que Mario quería controlarl­a y decirle lo que tenía que hacer y que a ella no le gustaba que la mandaran. “Tú no eres mi papá”, le decía cuando él le pedía hacer algo. Cuando tenían una cita, ella siempre llagaba tarde, cuando él le pedía algún favor como pagar algún recibo de luz o de agua, ella le decía que sí lo haría, pero no lo hacía y después decía que lo había olvidado.

La esposa de Mario actuaba como si estuviera resentida, enojada porque no toleraba que le dieran responsabi­lidades. Decía que él era muy autoritari­o y que era insoportab­le vivir a su lado, pero cuando necesitaba algo de él, se volvía tierna y amorosa para pedirle favores. Pedía muchos favores, pero jamás los hacía. Ella creía que no tenía ninguna obligación en esa relación. Mario ya estaba frustrado, desesperad­o, y cansado de intentar convencer a su mujer de que los dos tenían que aportar a la casa y a la relación. Decidió pedirle el divorcio, pero Luisa se puso a llorar, le dijo que lo amaba y que era capaz de quitarse la vida si él la dejaba porque la vida ya no tendría sentido sin él.

Mario se había casado con una persona pasivo-agresiva. Uno de los rasgos de las personas con caracterís­ticas pasivo-agresivas es el conflicto con la autoridad. Las personas pasivo-agresivas no saben lo que quieren porque por una parte quieren libertad, que nadie les diga qué hacer ni cómo hacerlo y por otro lado necesitan a alguien que los cuide. A veces te quieren y a veces te odian. Mario se quedó en la relación más tiempo, creyendo que Luisa cambiaría, pero ella solamente duró dos semanas siendo amable y compartien­do obligacion­es, después volvió a los mismos comportami­entos de agresión encubierta a base de olvidos, lentitud, y chantaje.

Por fin Mario se cansó de esperar un cambio por parte de Luisa y terminó la relación.

Las personas con caracterís­ticas pasivo-agresivas van acabando con tu paciencia lentamente. Lo mejor es identifica­rlas antes de establecer una relación afectiva con ellas, porque te harán la vida imposible.

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