Dos años en reversa
El presidente López Obrador llega a su segundo Informe de Gobierno sin mucho que presumir, ya que la economía nacional se achica en forma constante y sostenida, el combate al crimen organizado sigue dejando mucho qué desear y la pobreza se expande.
La prometida recuperación económica en forma de “V” se ve cada vez menos factible mientras que en forma de “U” es relativamente más probable sin descartarse por ahora una fatídica “L”.
La “U” representa una crisis económica que se extiende hasta cuatro trimestres más (de aquí a mediados del año entrante), mientras que la “L” significa que la recesión ha llegado para estacionarse en el País por lo menos dos años más.
Las dudas de una pronta recuperación obedecen a la persistente postura antiempresarial del mandatario mexicano quien a pesar de la pandemia, mantiene en la completa incertidumbre al sector de los inversionistas.
La actividad productiva ya venía dando tumbos desde finales del 2018 y en todo el 2019 el PIB decreció hasta cerrar con una variación anual de - 0.3%.
Este año los pronósticos son cada vez más desalentadores porque López Obrador sigue sin rectificar en política económica, no obstante el azote del Covid-19.
El dañino y costoso impacto sanitario en México es evidente, más sin embargo, el rescate económico sigue sin aparecer y la debilidad económica se agrava.
La situación se complica a tal grado que el mismo secretario de Hacienda, Arturo Herrera, ha tenido que salir a decir que el PIB caerá este año 7.4%; previamente consideraba que el retroceso no rebasaría el 4%.
El gobernador de Banxico, Alejandro Díaz de León, va más allá y avizora un verdadero descalabro de la economía mexicana del -12.8%.
Si promediamos lo que estiman ambos funcionarios federales, la caída de la economía nacional este 2020 terminaría siendo del 10.1%.
Ya antes habíamos comentado que un ajuste de esa magnitud significaría que un pastel de 10 rebanadas se quedaría con nueve, pero con más invitados a la fiesta puesto que la población mexicana no deja de crecer.
Tal situación desemboca en un ingreso por persona (PIB per cápita) cada vez menor y lamentablemente, los niveles de pobreza refuerzan su tendencia alcista.
GRAN DEPRESIÓN
El descalabro económico de este año se acercaría al que se tuvo hace 88 años a propósito de la Gran Depresión, consistente en una crisis financiera mundial cuyo epicentro fue el histórico desplome de la bolsa de Nueva York.
Un 29 de octubre de 1929 fue calificado como “el martes negro” por el colapso del mercado de capitales neoyorquino y magnificó su efecto económico tres años después en el año de 1932. Ese año la economía de EU se contrajo 12.9% y la mexicana 14.8%.
El entonces presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt (1933-1945) hizo posible que la economía rebotará con un crecimiento del 10.8% en 1935 -dos años después del resbalón- y, su homólogo en México el guaymense Abelardo L. Rodríguez (1932-1934) fue más efectivo, ya que de un año a otro rescató al PIB con un alza del 10.95%.
Otros mandatarios mexicanos que han actuado de forma efectiva para recuperar de inmediato el crecimiento económico han sido Ernesto Zedillo y Felipe Calderón.
El primero pudo desaparecer en un año el golpazo del “error de diciembre” que debilitó al PIB nacional en -6.29%. Dicho freno se presentó en 1995; para el siguiente año la economía crecía 6.77%.
Años después, en el último trimestre del 2008, el mundo sufrió por “La Gran Recesión” producto de una crisis crediticia-hipotecaria en EU. Por tanto, México reportó en el 2009 una caída en el PIB del 5.29%, pero un año después el ex presidente Calderón pudo sacar adelante la situación con un crecimiento del 5.12%.
Revisando estos tres casos vemos que los rebotes fueron rápidos y por lo tanto, en forma de “V”.
Las fuertes caídas en México de 1932 y el 2009 fueron producto de crisis externas “o importadas” en tanto que la de 1995 fue a raíz de una problemática interna entre Carlos Salinas y Zedillo.
El ex presidente Rodríguez, militar y empresario, Zedillo, economista, y Calderón, abogado y economista, tuvieron el suficiente tacto político-empresarial para “volver a la vida” a la economía mexicana en un abrir y cerrar de ojos.
López Obrador, licenciado en ciencias políticas, propició la actual crisis que ha venido a remachar la pandemia. Ahora el mandatario promete mágicamente sacarnos pronto del atolladero, pero su peor obstáculo resulta ser él mismo, con su hostilidad permanente.
Dos años para olvidar.