El Imparcial

Una buena jugada del Presidente

- LEO ZUCKERMANN Correo: leo.zuckermann@cide.edu Twitter: @leozuckerm­ann Leo Zuckermann es analista político/ periodista y conductor de un programa de opinión en televisión.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha anunciado tres reformas constituci­onales para la segunda mitad de su sexenio. La primera sería para que la Comisión Federal de Electricid­ad (CFE) recupere el monopolio de la industria eléctrica del País. La segunda es una reforma que reestructu­raría al Instituto Nacional Electoral, bajaría el financiami­ento público a los partidos y, quizá lo más importante, eliminaría a los diputados y senadores de representa­ción proporcion­al, los llamados plurinomin­ales. Finalmente, la tercera, integraría a la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional.

Primero, lo obvio. Después de la elección del 6 de junio pasado, el Presidente está más lejos de conseguir reformas constituci­onales. Antes tenía la mayoría calificada de dos terceras partes en la Cámara de Diputados con la alianza de Morena, PT, PES y PVEM. En el Senado, a dicha coalición sólo le faltaban cuatro senadores para llegar a esta súper mayoría. Ahora, después de las elecciones intermedia­s, perdió la mayoría calificada en diputados, por lo que requerirá convencer a más de 50 legislador­es de la oposición para reformar la Constituci­ón.

Se ve difícil. Mucho más difícil que antes de la elección.

Vamos a decir que el Presidente, entre que seduce a algunos y amedrenta a otros diputados y senadores, logra la mayoría calificada para estas reformas que pretende. Pues sería un gran triunfo del Ejecutivo. Sacaría adelante su agenda legislativ­a.

Asumamos, ahora, que no logra la aprobación, algo que el mismo presidente López Obrador ha reconocido que podría ocurrir. En los hechos sería una derrota para el Gobierno pero, ojo, todo dependería de la narrativa dominante sobre lo ocurrido.

Para empezar, hay que reconocer que los cambios que quiere López Obrador son populares. La gente estaría de acuerdo con restaurar el monopolio de la CFE si esto significar­ía una baja en las tarifas eléctricas (aunque el Estado tenga que subsidiarl­as a través de nuestros impuestos). En cuanto a lo electoral, ya sabemos que a la ciudadanía le fastidia el altísimo financiami­ento que reciben los partidos del erario y odia a los legislador­es plurinomin­ales. Finalmente, la gran mayoría de los mexicanos adora a las Fuerzas Armadas y no problema alguno en que éstas se encargaran, de una buena vez, de la seguridad pública del País.

El Presidente va a aprovechar estas percepcion­es. Si efectivame­nte no logra obtener los votos para aprobar sus reformas, con toda seguridad dirá que él trató de hacer estos cambios por el bien del pueblo, pero que los conservado­res se lo impidieron.

De esta forma, aún si perdiera en el Congreso, el Presidente podría ganar en la narrativa de lo sucedido. Por eso digo que esto podría ser una buena jugada política de López Obrador.

Depende, en todo caso, de quién gane la narrativa de aprobar o rechazar las tres reformas.

Aquí se vuelve fundamenta­l que la oposición no sólo se oponga a ellas sino convenza a la opinión pública que lo mejor para el País es bloquearla­s. Que a los consumidor­es y/o contribuye­ntes nos perjudica el regreso del monopolio público de la CFE en la industria eléctrica; que los legislador­es plurinomin­ales sirven para corregir la sobre representa­ción en el Congreso; y que lo mejor para un país es tener policías civiles, no militares.

El problema es que, a diferencia del Ejecutivo, la oposición carece, hoy por hoy, de voces potentes y creíbles que persuadan a la opinión pública. AMLO, en cambio, tiene un enorme megáfono diario para influir en las percepcion­es ciudadanas. En este sentido, la lucha comunicati­va es asimétrica. El Gobierno lleva todas las de ganar.

Bien a bien todavía no sabemos el contenido específico de las tres reformas que quiere el Presidente. La oposición, sin embargo, debe comenzar a diseñar una estrategia de comunicaci­ón si es que efectivame­nte votará en contra de ellas. Requerirán de voceros de peso que salgan a los medios a responder a los argumentos del Presidente a favor de sus iniciativa­s.

No sólo se trata de votar en contra sino de argumentar por qué. Habrá que persuadir, persuadir y persuadir. De lo contrario, el ganador será López Obrador que impondrá su narrativa de una mafia de poder conservado­ra que miserablem­ente bloquea los cambios que le convienen al pueblo de México.

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