El Imparcial

Para dar gloria a Dios

JOSÉ MARTÍNEZ COLÍN

- José Martínez Colín es sacerdote, ingeniero (UNAM) y doctor en Filosofía (Universida­d de Navarra). (articulosd­og@gmail.com)

1)PARA SABER

En la historia del arte no es difícil encontrar artistas que sólo después de que murieron fue reconocida su grandeza. Uno de ellos fue Vincent Van Gogh. A pesar de pintar mucho, se cree que más de 900 obras, apenas si pudo vender unas cuantas en pocos francos. Pintaba por amor al arte. Sin embargo, ahora se ha llegado a pagar más de 100 millones de euros por una sola obra suya. Al mirar una de sus pinturas, se puede reconocer al autor por su estilo inconfundi­ble.

Al artista se le reconoce por sus obras. También al mirar la creación, podemos conocer a su Autor. Dice el papa Francisco que en la creación podemos descubrir, no sólo el infinito poder y belleza de Dios, sino también y sobre todo, su amor tan grande, al querer compartir la maravilla de existir. Lo creado, en toda su bondad y grandeza, es el espejo de la “gloria de Dios”: Es como un glorioso resplandor de la gloria de Dios, a través del cual podemos conocer al Dios Creador.

2)PARA PENSAR

Cuenta un historiado­r que cuando Vincent Van Gogh iba a la escuela, el profesor sabía perfectame­nte si había hecho o no su tarea porque, si no la había hecho le llevaba flores en la mano. Como tenía poco dinero, el artista robaba las flores de un jardín por el que pasaba y probaba entregar estas en lugar de sus deberes. Esto pone de manifiesto el carácter sensible que tenía el artista. También cuando se enamoró de Agostina Segatori, de la que hizo un retrato, por no tener con qué comprarle flores, le pintaba un ramo de flores. Ponía su arte al servicio de su amor.

La creación, comenta el Papa, toda ella, es una manifestac­ión del amor de Dios. Su finalidad es mostrar la gloria de Dios. Cuando el Hijo de Dios se hizo hombre, asumió también la misma materia y con su cuerpo dio gloria a Dios, llegando a su plenitud con su obediencia en la Cruz, en donde toda la creación fue atraída y asumida por Él para dar la gloria a Dios.

3)PARA VIVIR

Dar gloria a Dios, dice el Papa, no le añade algo a la belleza de la luz donde habita Dios, quien ya es perfección absoluta e infinita. Darle gloria significar­á que cada ser manifieste esa perfección a su modo, así como una pintura muestra la genialidad del artista. La creación irracional da gloria a Dios por el mismo hecho de existir, al desarrolla­rse según su propia naturaleza, según su modo de ser. Un manzano lo glorifica dando manzanas. Los hombres también han de dar esa gloria según su modo de ser, es decir, racional, libre y consciente­mente. Aquí es donde interviene la liturgia, la cual le facilita y proporcion­a al hombre la manera adecuada, propia y perfecta para hacerlo.

La Liturgia da gloria a Dios porque nos permite, aquí en la Tierra, ver a Dios en la celebració­n de los misterios y, al verlo, revivir por su Pascua: Nosotros, que estábamos muertos por los pecados, hemos revivido por la gracia con Cristo (cfr. Ef 2,5). San Ireneo nos recuerda: «La gloria de Dios es el hombre vivo, y la vida del hombre consiste en la visión de Dios». Todos fuimos creados para dar gloria a Dios, consiguien­do así nuestra felicidad. Los santos, que ya gozan de Dios, son quienes más gloria a Dios han dado y son, a la vez, los más felices.

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