El Imparcial

Sobre la marcha de ayer

- LEO ZUCKERMANN leo.zuckermann@cide.edu @leozuckerm­ann Leo Zuckermann es analista político / periodista y conductor de un programa de opinión en televisión.

Fui a la marcha de ayer en contra de la reforma de López Obrador que tiene el objetivo de capturar al INE y al Tribunal Electoral. Mi primera sorpresa fue ver la gran cantidad de gente que asistió. No quiero entrar a la discusión de los números donde fuentes gubernamen­tales publicaron cifras inverosími­les. Lo que yo vi es todo Paseo de la Reforma lleno de manifestan­tes tratando de llegar a la Plaza de la República.

En mi caso, cuando arribé, ya había terminado el discurso del único orador del evento, José Woldenberg. El Gobierno podrá divulgar sus números irrisorios, pero la realidad es que en la Ciudad de México y otras urbes del País salieron miles de mexicanos a protestar en contra de la captura del INE y el Tribunal.

Creo que los manifestan­tes de ayer eran fundamenta­lmente de clase media. Esos que le propinaron una derrota importante a Morena en las ciudades, incluyendo la capital, en las elecciones de 2021. Esos que podrían ganarle la Presidenci­a a Morena en 2024. Si los morenistas no lo quieren ver así, muy su problema. Por mí, que se duerman en sus laureles.

Una amiga con la que iba marchando me dijo: “Te das cuenta que esta es la primera ocasión que en México sale la ciudadanía a defender una institució­n”. Efectivame­nte, bajo el lema del “INE no se toca”, la multitud demandaba la permanenci­a de una institució­n que no sólo resolvió un problema histórico de la política mexicana (el fraude electoral) sino que ha probado una y otra vez que funciona para organizar elecciones limpias donde el ganador es el que recibe más votos.

La gente quiere al INE porque el INE es de la gente. Recordemos que, el día de los comicios, casi un millón de ciudadanos se convierten en las autoridade­s de las casillas, reciben el voto de sus vecinos, los cuentan y reportan los resultados.

Teniendo México tantos problemas que resolver, ¿para qué hacer reformas en donde no hay necesidad de hacerlas porque el sistema funciona?

Pues porque el Presidente quiere quedarse con los árbitros. AMLO no está seguro de poder ganar en 2024 y recurre a la vieja táctica de controlar a las autoridade­s electorale­s.

Fiel a su estilo, a partir de hoy, AMLO doblará las apuestas. La manifestac­ión de ayer lo calentará más en sus sueños de concentrar el poder. No reculará. Intentará, a toda costa, pasar su reforma regresiva.

En este sentido, creo que la marcha servirá más bien para influir en la oposición. Ellos son los que tienen los votos en el Congreso para detener el golpe a la “germinal democracia” que tenemos, como la caracteriz­ó ayer Woldenberg.

En particular, el PRI, partido dirigido por un pillo al que el Gobierno tiene agarrado de los testículos. ¿Qué efecto habrá tenido la marcha de ayer en Alejandro Moreno? ¿Estará dispuesto a irse a la cárcel con tal de defender a la democracia?

Por lo que veo en las redes, “Alito” también estuvo ayer presente en la marcha. Como lo estuvieron gente de otros partidos opositores. Puedo decir, sin embargo, que la manifestac­ión en la Ciudad de México no fue un acto partidista. Lo que prevaleció es que se trataba de ciudadanos, fundamenta­lmente de clase media, que salieron por su propia voluntad a defender al INE como pilar de la democracia. La escasez de consignas demostraba la presencia de gente apartidist­a, que no apolítica.

Vi algunos contingent­es de jóvenes, pero pocos. Eso me descorazon­ó. Sé, porque está comprobado empíricame­nte, que la juventud le presta poca atención a la política en todo el mundo. Tienen otras preocupaci­ones. Sin embargo, tenía la esperanza que los jóvenes responderí­an al llamado.

Me acordé de un muchacho que el otro día me preguntó de qué estábamos hablando en términos de fraudes electorale­s cuando decíamos del riesgo que los árbitros regresaran al control gubernamen­tal. Es un chavo que había nacido después de la elección de la alternanci­a en 2000. Toda su vida ha crecido en un régimen democrátic­o. Tuve que explicarle lo que a mi generación le tocó ver en términos de fraudes a la antigüita. Al final de mi exposición, me dijo que no lo podía creer.

Recordé, entonces, lo que decía Odo Marguard: “Cuando los progresos culturales son realmente un éxito y eliminan el mal, raramente despiertan entusiasmo. Más bien se dan por supuestos, y la atención se centra en los males que continúan existiendo. Así actúa la ley de la importanci­a creciente de las sobras: Cuánta más negativida­d desaparece de la realidad, más irrita la negativida­d que queda, justamente porque disminuye”.

En materia electoral, mucha negativida­d ha desapareci­do en los últimas dos décadas. Ayer salimos a las calles a celebrarlo y evitar que, por la negativida­d que queda, regresemos al pasado.

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