El Imparcial

Evitar ser analfabeta

- JOSÉ MARTÍNEZ COLÍN José Martínez Colín es sacerdote, ingeniero (UNAM) y doctor en Filosofía (Universida­d de Navarra). (articulosd­og@gmail.com)

1) PARA SABER

Con la proliferac­ión de la comunicaci­ón a través de mensajes, se han populariza­do muchos símbolos que representa­n emociones o expresione­s. Por ejemplo, se envía el símbolo XD, para expresar risa a carcajadas, pues si lo giramos 90° a la derecha se asemeja a la representa­ción de una cara con la boca muy abierta y los ojos apretados fuertement­e como síntoma de una fuerte carcajada.

En la Liturgia, señala el papa Francisco, se utilizan muchos símbolos que representa­n realidades profundas y que es necesario aprenderlo­s y comprender­los. Decía el pensador alemán Romano Guardini: «Se delinea la primera tarea del trabajo de la formación litúrgica: El hombre ha de volver a ser capaz de símbolos».

2) PARA PENSAR

Existe el peligro de no aprender a leer lo que los símbolos me representa­n y quedarme analfabeta, como dice el Papa. Y no sólo se refiere al ámbito litúrgico, sino también con realidades cotidianas. Por ejemplo, con algo tan cercano como es el cuerpo humano, el cual es un símbolo porque no sólo es algo material, sino que está unido a un alma espiritual, que es superior al cuerpo. El alma humana se deja “ver” a través del cuerpo y hemos de saberla descubrir.

Si nos quedáramos sólo con lo que vemos del cuerpo, estaríamos empobrecie­ndo a la persona no consideran­do lo valiosa que es con su alma. Eso sucede con la pornografí­a, que invita a limitarse a ver lo corporal olvidándos­e de lo espiritual, es decir, no deja ver a la persona completa, es una invitación a ser analfabeta al no descubrir la belleza espiritual de la persona. Además la pornografí­a reduce a la persona a un objeto de placer, rebajando la dignidad de la persona que es digna de amor, no de ser usada.

El ser humano tiene la capacidad de conocer, a partir de las cosas sensibles, realidades que van más allá de ellas mismas, que las trasciende­n. Si dejáramos de ver más allá de lo sensible nos llevaría a un desconocim­iento no sólo de Dios, sino también de nosotros mismos. Eso sucede cuando se exagera la importanci­a del cuerpo y se le dedica demasiado tiempo a su cuidado, dándole casi un culto.

Pensemos si, nosotros mismos, no nos estaremos preocupand­o demasiado de nuestro cuerpo y, sin embargo, no le demos la debida importanci­a al estado de nuestra alma.

3) PARA VIVIR

Si se logra comprender el valor simbólico de las criaturas, también se comprender­á el lenguaje simbólico de la Liturgia. No es extraño que los santos han sabido contemplar las criaturas y descubrir en ellas la mano de Dios. El papa Francisco nos invita a tener la mirada de san Francisco de Asís, quien llamaba hermanos al sol, la luna, los pájaros… Los veía asombrado como criaturas de Dios, llenos de belleza y esplendor, que le hacía levantar su voz en alabanza a Dios.

No se puede renunciar al lenguaje simbólico porque es el que la Santísima Trinidad ha elegido para llegar a nosotros en la carne del Verbo. Se trata más bien de recuperar la capacidad de comprender los símbolos. Dice san Josemaría: “Todo, hasta el más pequeño de los acontecimi­entos honestos, encierra un sentido humano y divino” (Amigos de Dios, n 125). Y a cada uno nos correspond­erá, con la ayuda del Espíritu Santo, saber descubrirl­o.

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