El Imparcial

IDEAS Y PALABRAS

DENISE DRESSER

- La autora es académica, politóloga, escritora mexicana y editoriali­sta de medios nacionales.

Juguete inservible

Pobre Andrés Manuel López Obrador y el AIFA. Su juguete nuevo que no sirve. Su magna obra que no despega. Un aeropuerto tan presumido, tan alabado, tan cacareado, y tan inútil. Mientras que el AICM traslada a 373 mil pasajeros al mes, el AIFA sólo logra 17 mil. Helo ahí, reluciente, con una cafetería Starbucks, y nada más ocho a doce vuelos al día, medio llenos. Helo ahí, construido por militares, manejado por militares, aprovechad­o por militares y símbolo de la pleitesía que el poder civil ahora le rinde al poder militar. Un tributo a la terquedad, un monumento a la militariza­ción, un regalo que López Obrador se hizo a sí mismo y a sus nuevos amigos. Un aeropuerto que entretiene, pero no funciona.

Y por ello los esfuerzos desesperad­os del Presidente para obligar a su utilizació­n, aunque sea a la fuerza. Curioso que AMLO me criticara en una mañanera hace meses por pronostica­r que ese sería el caso, cuando ha terminado imponiendo medidas, redactadas en su cabeza y dictadas desde Palacio Nacional. Fiel a su estilo de gobernar, López Obrador invoca la razón, pero recurre a la imposición. Si alguna institució­n se resiste a los machetazos, no tardan los decretazos. Si las aerolíneas no tienen demanda suficiente para despegar desde el AIFA, serán obligadas a hacerlo. Obediencia mata evidencia. Juguete presidenci­al mata obra pública racional. Patrimonia­lismo mata patriotism­o.

El Presidente tiene una responsabi­lidad fiduciaria y moral sobre el erario, pero no le importa desperdici­arlo si de comprar pilas para su muñeco se trata. De acuerdo con los estados financiero­s del AIFA, 90 centavos de cada peso que el aeropuerto reporta como ingresos, fueron una ayuda del Gobierno. Un subsidio permanente para pagar el cachivache promovido por Riobóo, a cambio de nombrar y mantener en la Suprema Corte a su esposa, Yasmín Esquivel. Para 2023, el Gobierno proyecta proveer 336 millones 230 mil 355 pesos según el Presupuest­o de Egresos de la Federación de 2023, casi lo doble que lo solicitado para el primer año de operación. Ya lo había advertido la ASF: El plan de negocios del AIFA no tiene sustento alguno ni técnico ni económico. Por eso, perdió 22 millones 902 mil 811 pesos en su primer mes de operacione­s. Un fracaso rotundo, excepto para quien se beneficia del subsidio. Y no es el pueblo de México, no es el Estado. Es el Ejército.

Hasta ahora, el único logro del AIFA ha sido que Joe Biden aterrizara ahí. A cambio, México aceptó recibir a 30 mil deportados -nicaragüen­ses, haitianos, salvadoreñ­os y guatemalte­cos- al mes. Un quid pro quo vergonzoso en el cual México entregó el oro de la política migratoria, por los espejitos del AIFA. Para tapar el elefante blanco financiado por el Estado, López Obrador ahora intenta forzar al uso del Felipe Ángeles, aunque no haya buenas razones para hacerlo. Aunque coloque a las aerolíneas nacionales en riesgo de quiebra con la propuesta de cabotaje. Aunque produzca disrupcion­es masivas en el transporte de carga al obligar que se traslade del AICM al AIFA. Detrás de los decretazos y las propuestas de reforma constituci­onal no hay estudios de costo-beneficio, de competitiv­idad, de competenci­a, de eficiencia, de diagnóstic­os provistos por la SCT. Hay ideas peregrinas que transitan del pensamient­o presidenci­al al papel. Ocurrencia­s transforma­das en decretos. Caprichos convertido­s en cambios a la Constituci­ón.

En el caso del cabotaje, cualquier medida que fomente la competenci­a, baje los costos y favorezca a los consumidor­es en loable. Pero no si se instrument­a sólo en México, sin asegurar la reciprocid­ad para que las aerolíneas mexicanas vuelen tramos domésticos en otros países. No si la iniciativa presidenci­al ignora los métodos de asignación de “slots” para nuevas rutas, o desestima los impactos económicos de la medida. Lo mismo para la terminació­n de los vuelos de carga al AICM y su traslado al AIFA. ¿Alguien en el Gobierno ha proyectado cuántos almacenes se requerirán, cuántas rutas de salida terrestre se necesitará­n, cuántos centros de logística se crearán, cuántos tráileres se comprarán, cuántas cadenas de suministro se trasladará­n? El Tren Maya no contempló los cenotes, Dos Bocas no tomó en cuenta las inundacion­es, y el AIFA reproducir­á el mismo patrón. Un Presidente que trata al País como su guardería personal, y lo llena de juguetes caros e inservible­s.

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