DE POLÍTICA Y COSAS PEORES
CATÓN
Adoctrinamiento comunista en las escuelas
Salió el marido de su casa dizque a comprar cigarros, y ya no regresó. Pasaron 10 años, y cuando todos lo daban ya por muerto volvió como si nada. Su esposo lo abrazó hecha un mar de lágrimas y le dijo llena de emoción. “¡Haré una cena esta noche para celebrar tu regreso! ¡Vendrán tus hijos, tus ancianos padres, tus hermanos, tus tíos, primos y sobrinos; toda la
La presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña, no se puso de pie cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador llegó al presidium que se instaló en el Teatro de la República para encabezar la ceremonia conmemorativa del 106 aniversario de la promulgación de la llamada Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
La mayoría de quienes estaban en el evento se pusieron de pie y aplaudieron efusivamente a AMLO, no como lo ordena algún protocolo, pero si la añeja costumbre mexicana de tratar al titular del Poder Ejecutivo como un monarca y no como el Presidente de una república federal. Tratándose de aplausos y muestras de servilismo, en México aún no se ha adoptado la austeridad republicana.
Sin embargo, la ministra Piña familia!”. “Esta noche no -objetó el tipo-. Es martes, el día que juego al dominó con mis amigos”. La maestra instruyó a los niños: “Si alguno de ustedes siente ganas de ir al baño levante la mano”. Pepito planteó una razonable duda: “¿Levantando la mano se quitan las ganas?”. Don Luis Gutiérrez, hermano que fue del general Eulalio Gutiérrez, presidente de la República por la Convención de Aguascalientes, era hombre bueno, bonísimo. Revolucionario de corazón, fue valiente militar y funcionario honesto. De origen humilde, tenía pocas letras, y aunque los azares de la política y la guerra lo elevaron conservó siempre la llaneza y simplicidad del campesino. En un banquete oficial le tocó estar al lado del embajador de China quien asistió al ágape vestido con el lujoso atuendo de la corte imperial de su país. Sacó don Luis un paquete de cigarros de hoja y le no permaneció sentada y se puso de pie cuando, como lo señala el protocolo, se le rindieron honores a la Bandera nacional y al Presidente.
El hecho de que la presidenta del Poder Judicial Federal no se levantara para participar en el aplausómetro ofendió a los morenistas ahí presentes, sobre todo al vocero presidencial Jesús Ramírez, quien vía Twitter difundió este mensaje a las 14:11 horas (Centro) de ese día: “En el acto del 106 aniversario de la Constitución mexicana fuimos testigos de la vitalidad de nuestras instituciones con un debate de ideas entre los representantes de los tres poderes de la Unión. Resulta desafortunado que no todos respetaron el protocolo de la ceremonia”.
El tuit de Ramírez fue recibido de diferentes maneras por quienes lo leyeron. Los lopezobradoristas le dieron la razón y no se la dieron los antilopezobradoristas.
Pero, ¿debía levantarse la ministra del asiento que le asignaron los funcionarios de la Presidencia de la República que organizaron el evento para aplaudir la llegada de AMLO?
Los que entienden de estos asuntos me dicen que no. Que nada en el protocolo de estos eventos ordena ponerse de pie o aplaudir. Ahora bien, la ministra sí aplaudió la llegada de AMLO, como puede verse en la foto que acompañó el tuit de Ramírez. Y no sólo aplaudió, lo hizo sonriendo junto ofreció uno al dignatario: “¿Chupas, chale?”. “Chupar” era fumar, y “chale” el nombre que usaba el pueblo en México para designar a los chinos. Un día le preguntó a don Luis Cabrera: “Dígame, licenciado: ¿Qué es eso del comunismo?”. Le explicó el abogado: “El comunismo, general, es una doctrina que piensa que todos los hombres son iguales”. “¡Újule! -replicó don Luis con desdeñoso gesto-. Cuando fui pastor de cabras aprendí que no hay una que sea igual a otra, contimenos los humanos”. Obsoleta, anacrónica doctrina es en nuestro tiempo el comunismo. Y fallida además: Llevó al atraso y a la ruina a todos los pueblos donde se instauró. De ahí su fracaso y su caída. El marxismo-leninismo pertenece ahora a la paleontología política, y se halla en el desván en que la historia arrumba los trebejos inservibles. Pero he aquí que el presidente López quiere sacar de sus añosas tumbas a Marx, Engels y Lenin y llevar sus osamentas a las escuelas para ejemplo y enseñanza de los niños y jóvenes de México. Los profesores deberán leer “El Capital”, que es, como se sabe, una novedad editorial de amena y facilísima lectura y gran modernidad. Eso es como recomendar volver al uso del corsé, el miriñaque y polisón; de las polainas y la bigotera; de la necesaria, perica, miravisiones, tibor, taza de noche o borcelana, o sea de la bacinica. El señor López, cuyo bagaje ideológico parece sacado de los monitos de Rius, da la impresión de querer cubanizar a México. Dese una vueltecita por Cuba -seguramente a él sí lo dejarán salir- y vea cómo andan las cosas por allá a resulta de las ideas que ahora él quiere implementar acá. ¿No podrá alguien regalarle un calendario a AMLO? Quizá de esa manera se percate de que estamos en los años veinte del presente siglo, no en los sesenta del pasado. Grande fue la sorpresa de don Wormilio cuando al entrar en la cocina para el desayuno fue recibido por doña Gorrolota, su mujer, con un cacerolazo en la cabeza al tiempo que le decía hecha una furia: “¡Canalla, bribón, infame, sinvergüenza! ¡Soñé que estabas abrazando a una rubia, una morena y una pelirroja!”. “¿Y por eso me pegas? -se quejó el lacerado sobándose la parte dolorida-. ¡Fue sólo un sueño!”. “¡Sí, cab…! -admitió doña Gorgolota, que por la ira subió el peso de sus adjetivos-. Pero si eso haces en mis sueños ¡qué no harás en los tuyos!”. FIN. al presidente de la Cámara de Diputados, el panista Santiago Creel, que sí se levantó de su asiento para aplaudirle, también sonriendo, al titular del Ejecutivo.
Los que también entienden de estos asuntos me dicen que quien no respetó el protocolo fue el mismo AMLO al no colocar a los titulares de los poderes Legislativo y Judicial a su lado, y mandarlos hasta un extremo del presidium.
De acuerdo con el protocolo mexicano, esta es la prioridad en la ubicación de las autoridades en las ceremonias oficiales:
Poderes: Legislativo, Judicial y Ejecutivo. O sea que en Querétaro debían haber estado en el centro del presidium: AMLO, Piña, Creel y el presidente del Senado, el morenista Alejandro Armenta.
Gabinete presidencial, flanqueando a los arriba mencionados y en este orden: Los secretarios de Gobernación, Relaciones Exteriores, Defensa, Marina, Seguridad y Protección Ciudadana, Hacienda, Bienestar, Medio Ambiente y Recursos Naturales, Energía, Economía, Agricultura y Desarrollo Rural, Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, Función Pública, Educación Pública, Salud, Trabajo y Previsión Social, Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano y Turismo.
Uno de los principales problemas de nuestra extensa, parchada y contradictoria Constitución es que cada Presidente trata de adaptarla a su ideología. Por eso, este 5 de febrero el presidente López Obrador declaró: “Debemos seguir luchando por los ideales de la Revolución Mexicana consagrados en la Constitución de 1917; no dejar de insistir en abolir, por la vía legal y democrática, las reformas contrarias al interés público impuestas durante el periodo neoliberal; continuar proponiendo cambios al marco legal en beneficio del pueblo, hasta devolver a nuestra ley máxima toda la grandeza de su humanismo original”.
Una Constitución, sin embargo, no debe ser ni “neoliberal” ni conservadora, sino políticamente neutra. Debe definir reglas generales de organización del Estado y garantizar derechos fundamentales. Las disposiciones políticas, de izquierda, centro o derecha, deben establecerse en leyes secundarias para que puedan cambiar con el tiempo.
La Constitución de Estados Unidos, promulgada en 1789, tenía sólo cuatro páginas y 4,543 palabras. En 233 años ha tenido 27 enmiendas, principalmente para ampliar derechos fundamentales. Con las enmiendas la extensión llega sólo a 7,591 palabras. Una sola enmienda ha sido revocada, la 18ª, que prohibía las bebidas alcohólicas, la cual fue eliminada por la 21ª. La última enmienda, la 27ª, fue ratificada en 1992, pero había sido propuesta desde 1789. La estabilidad ha ayudado a generar certidumbre jurídica y a facilitar el desarrollo de la Unión Americana.
México, en cambio, ha tenido tres constituciones, en 1824, 1857 y 1917. Esta última tiene 136 artículos, sin contar transitorios. Usualmente se presenta en libros de cientos de páginas. Originalmente tenía 21,382 palabras, pero para noviembre de 2018 su extensión se había quintuplicado a 111,783, con transitorios, según el Instituto Belisario Domínguez del Senado. Nada más el artículo 41, sobre las elecciones, tiene 4,363 palabras, casi lo mismo que toda la Constitución original de Estados Unidos. Sus enmiendas han revocado disposiciones anteriores y con frecuencia han sido contradictorias. La única certeza ha sido la incertidumbre.
Entre 1917 y 2018 la Constitución mexicana sufrió 707 reformas en 233 decretos. El Presidente que más la respetó fue Adolfo Ruiz Cortines, que sólo hizo dos enmiendas, una para legalizar el voto de las mujeres. Enrique Peña Nieto hizo 155. López Obrador llevaba 56 para el 18 de noviembre de 2022, según la Cámara de Diputados.
El Presidente dice que sus reformas son “humanistas” y que las de sus predecesores fueron “neoliberales”, pero las enmiendas reflejan simplemente la visión del mandatario en turno. AMLO defendió este 5 de febrero sus reformas, como haber incluido los subsidios a adultos mayores; pero no sabemos si en un momento estos subsidios, que no se podrán reducir en términos reales, podrían provocar una quiebra del Estado y por lo tanto una crisis que afecte a todos, principalmente a los pobres. Por eso los programas políticos no deben elevarse a rango constitucional.
Una Constitución pequeña, que establezca reglas fundamentales y garantice derechos humanos, es el mejor marco jurídico para un País. Lo que vemos en México es un carrusel en el que cada Presidente quiere dejar su huella en una nación que se resiste a las camisas de fuerza.
Una Constitución debe contener los principios básicos de la organización del poder público y el catálogo de derechos fundamentales”,
CANSADA
A Jesús Ramírez le pareció “desafortunado” que la presidenta de la Corte, Norma Piña, no se haya puesto de pie cuando llegó el Presidente a la ceremonia del aniversario de la Constitución. AMLO dijo que “¡Seguramente estaba cansada!”, pero añadió que le “dio gusto” porque esto demostraba la independencia de la Corte. La verdad es que la ministra se levantó cuando empezaron los honores al Presidente.
MIGUEL CARBONELL.