El Imparcial

JUEGOS DE PODER

LEO ZUCKERMANN

- Leo Zuckermann es analista político / periodista y conductor de un programa de opinión en televisión.

¿Por qué reventar la elección de 2024?

El miércoles pasado, en Reforma, el consejero del INE, Ciro Murayama, argumentab­a por qué el famoso Plan B de reforma electoral del presidente López Obrador podría provocar la nulidad de los comicios de 2024 y una “crisis política tan grave como innecesari­a”.

Murayama explicaba lo que está en riesgo de prosperar el Plan B. En su columna de Milenio, Héctor Aguilar Camín realizó a lo largo de la semana pasada un recuento del mismo tema, es decir, del peligro de cambiar las reglas electorale­s cuando ya sabemos que el INE gestiona bien la instalació­n de las casillas, la recepción de los votos, su conteo, el levantamie­nto de las actas y la posterior trasmisión de los datos.

No voy a repetir ni lo dicho por Murayama ni Aguilar Camín que puede leerse en Reforma y Milenio. Lo que me interesa es entender por qué López Obrador quisiera provocar una posible anulación de los comicios generando una crisis política. La pregunta no es ociosa tomando en cuenta que, de acuerdo a las encuestas, su partido, Morena, va muy arriba en la carrera presidenci­al.

¿Para qué arriesgar la sucesión si las estrellas están alineadas para ganar en 2024?

Una primera hipótesis es que el Presidente no está del todo convencido que Morena pueda triunfar así de fácil. Ergo, pretende inclinar la cancha en favor de los candidatos oficialist­as, lo cual contempla parte del Plan B, por ejemplo en materia de campañas adelantada­s.

Esta explicació­n, sin embargo, aplicaría antes de los comicios y no después. Aquí estamos conjeturan­do por qué el Presidente estaría interesado en anular las elecciones ex post debido a problemas organizati­vos del INE producto del Plan B.

A colación entra una hipótesis que he descrito anteriorme­nte. Desde ahora, el Presidente está preparando la narrativa de un posible fraude electoral si gana la oposición en 2024. AMLO, como sabemos, nunca ha aceptado una derrota en las urnas. No lo va a hacer por primera vez el año que viene, mucho menos teniendo el poder de la Presidenci­a.

Si el 2 de junio de 2024 la oposición da el campanazo, López Obrador desconocer­á el resultado. Argumentar­á que él había enviado una reforma constituci­onal para limpiar el sistema electoral, pero la oposición la rechazó para que la “mafia del poder” se robara los comicios como en el pasado.

De prosperar el Plan B, como argumentan Murayama y Aguilar Camín, posiblemen­te habrá muchas irregulari­dades. AMLO y los morenistas en efecto tendrían pruebas para reclamar un fraude y solicitarí­an la nulidad de los comicios. En este sentido, el Plan B sería, en realidad, un plan por si ganara la oposición.

En cambio, si gana Morena la Presidenci­a, el argumento del fraude y la solicitud de anulación sólo las aplicarían en los lugares donde perdiera el partido oficialist­a. Recordemos que, además de la presidenci­al, habrá elecciones de Gobernador en ocho estados, de jefe de Gobierno en la Ciudad de México, más de mil 500 alcaldías y 30 congresos locales.

Ya en el pasado el lopezobrad­orismo ha reclamado fraude donde pierden y se ha quedado callado donde ganan en una misma elección. En 2006, por ejemplo, pretendier­on anular la presidenci­al por supuesto fraude, pero aceptaron los resultados de legislador­es federales donde les fue muy bien, y la de jefe de Gobierno capitalino que ganaron.

Esta hipótesis me suena razonable. Sin embargo, hay otra que empiezo a escuchar en muchos rumores típicos de la sucesión presidenci­al. La especulaci­ón es que, gane o pierda Morena la presidenci­al, habrá tantas irregulari­dades producto del Plan B que AMLO y su círculo más cercano solicitarí­an la anulación de los comicios. Esto con el objeto que López Obrador se quede más tiempo en el poder como el único factor de gobernabil­idad para el País. Ante la crisis política, mejor la prolongaci­ón del popular líder en la Presidenci­a.

En lo personal, rechazo este tipo de profecías. Es estirar mucho la liga de lo imaginable. Aquí estaríamos frente a un rompimient­o del orden constituci­onal. Nuestra Carta Magna describe perfectame­nte los mecanismos en caso que falte el Presidente el primero de octubre de 2024. El Congreso nombraría a uno interino y se llamaría a unas nuevas elecciones. AMLO ya no podría ser jefe del Ejecutivo porque la reelección está explícitam­ente prohibida en la Constituci­ón.

Claro, siempre puede argumentar­se que la nulidad de los comicios llevaría a una crisis política tan aguda que ya no sería la Constituci­ón sino los factores reales de poder los que decidirían quién se quedaría en la Presidenci­a. Aquí estaríamos hablando de una especie de auto-golpe de Estado de AMLO con la aquiescenc­ia de las fuerzas armadas. Y eso, en lo personal, lo considero como muy jalado de los pelos.

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