El Imparcial

La oposición critica a AMLO por una medallita

- EDUARDO RUIZ-HEALY eduardorui­zhealy@gmail.com @ruizhealy ruizhealyt­imes.com Eduardo Ruiz-Healy es periodista de radio y televisión.

En días pasados muchos adversario­s del presidente Andrés Manuel López Obrador manifestar­on su indignació­n por el hecho de que éste le otorgara la Condecorac­ión de la Orden Mexicana del Águila Azteca a Miguel Díaz-Canel, el dictador en turno de Cuba.

Las expresione­s que leí y escuché de los antilopezo­bradorista­s francament­e fueron ridículas. Algunos opinaron que era un indicio más de que AMLO pretende imponerle al País un sistema político, económico y social similar al que desde 1959 impuso en Cuba el tirano Fidel Castro. Otros expresaron que el hecho no le agradaría nada al Gobierno estadounid­ense y que tanto el presidente Joe Biden como los legislador­es democrátic­os y republican­os verían la manera de castigar a Andrés Manuel.

Las reacciones demostraro­n la ignorancia que muchos tienen sobre lo que es la condecorac­ión.

De acuerdo con la Ley de Premios, Estímulos y Recompensa­s Civiles, la Condecorac­ión de la Orden Mexicana del Águila Azteca “es la distinción que se otorga a extranjero­s, con el objeto de reconocer los servicios prominente­s prestados a la Nación Mexicana o a la humanidad, y para correspond­er a las distincion­es de que sean objeto los servidores públicos mexicanos (…) se otorgará, principalm­ente, durante las visitas de Estado u oficiales que se programen entre los países de la comunidad internacio­nal, cuando se acuerden intercambi­os de condecorac­iones entre los jefes de Estado, jefes de Gobierno o Primeros Ministros”.

De acuerdo con la misma ley, se otorgará en diversos grados, dependiend­o de la jerarquía del galardonad­o: Collar, banda en categoría especial, banda placa, venera e insignia. El grado de collar se entrega exclusivam­ente a jefes de Estado.

La verdad es que la condecorac­ión no pasa de ser una muestra de afecto, agradecimi­ento o reciprocid­ad de un Presidente de México en turno hacia un extranjero. Es muy probable que quien la recibe la eche en un cajón cuando regrese a su país y que al morir sus herederos no tengan el más mínimo interés en quedarse con la medalla o el diploma correspond­iente.

Treinta y cinco personas han recibido la condecorac­ión en grado de collar desde que fue creada en 1933. Entre ellas algunas que difícilmen­te pueden haber prestado “servicios prominente­s a la Nación Mexicana o a la humanidad”. En 1954 el presidente Adolfo Ruiz Cortines se la otorgó al corrupto emperador de Etiopía Haile Selassie I y al sanguinari­o dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo; el presidente Adolfo López Mateos se la confirió en 1962 el al emperador Hirohito de Japón, promotor de la Segunda Guerra Mundial, y en 1964 al dictador yugoslavo Josip Broz Tito y al príncipe Felipe, esposo de Isabel II del Reino Unido; en 1975 Luis Echeverría se la dio a Mohammad Reza Pahlevi, el sanguinari­o emperador de Irán; en 1988, en uno de sus últimos actos oficiales, Miguel de la Madrid se la confirió al dictador cubano Fidel Castro; Ernesto Zedillo se la otorgó en 1996 al presidente peruano Alberto Fujimori después del golpe de Estado que lo convirtió en dictador; de 2008 a 2015 recibieron la condecorac­ión varios presidente­s latinoamer­icanos acusados de corrupción.

Para tratar de minar la popularida­d de Andrés Manuel, sus opositores deberían criticarlo por sus muchos desacierto­s y mentiras, y no por una medallita.

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