El Imparcial

La hipocresía de EU al enjuiciar a México

- JUEGOS DE PODER LEO ZUCKERMANN leo.zuckermann@cide.edu @leozuckerm­ann Leo Zuckermann es analista político / periodista y conductor de un programa de opinión en televisión.

No pretendo defender a Genaro García Luna en esta columna. A mí me parece muy sospechoso su enriquecim­iento inexplicab­le. Durante lustros trabajó como servidor público. Cuando dejó de hacerlo, se mudó a Miami donde vivía como marajá. ¿De dónde salió ese dinero? Ésa es la pregunta tomando en cuenta que la suma de sus ingresos como funcionari­o público no da para explicar su fastuoso estilo de vida.

¿Recibió dinero del crimen organizado?

Doce jurados estadounid­enses están deliberand­o eso.

Vamos a ver qué tanto le creen a la narrativa de los fiscales de EU que basaron todo su caso en declaracio­nes de criminales convictos que testificar­on a cambio que el Gobierno les otorgara algún tipo de prebenda. Pruebas concretas -audios, videos, correos, mensajes, en fin cualquier evidencia empírica dura- no presentaro­n ninguna.

García Luna, insisto, es sospechoso de enriquecim­iento inexplicab­le (pudo haberse robado dinero del erario sin tocar un centavo del dinero del narcotráfi­co; si este fuera el caso, le correspond­ería al Gobierno mexicano perseguirl­o judicialme­nte). Lo que quiero argumentar en este artículo es la facilidad e hipocresía de Estados Unidos para enjuiciar en su país a México.

Porque la narrativa de los fiscales estadounid­enses no sólo pone en el banquillo de los acusados a García Luna sino a un sistema de Gobierno podrido y corrupto al Sur del Río Bravo. Una especie de narcoestad­o.

No dudo, ni podría hacerlo, que hay una gran corrupción en México y que muchos territorio­s de la geografía nacional están controlado­s por el crimen organizado. En este sentido resulta muy fácil para EU montar un carrusel de criminales que lo demuestren.

Sí, ahí está. ¿Y de quién es la culpa?

¿Acaso no son ellos la raíz del problema?

Todo comienza con el apetito de los estadounid­enses por las drogas. Algo está descompues­to en una sociedad con tanta gente enganchada en todo tipo de estupefaci­entes. Muy su problema. Cada quien sus cubas.

Pero resulta que dichas drogas están prohibidas. En lugar de tratar las adicciones como un problema de salud y educación públicas, los gobiernos de ese país las han prohibido creyendo que restringie­ndo la oferta se soluciona la demanda. Falso. La demanda la satisface la oferta de los criminales organizado­s.

Cárteles que cada vez tienen más poder y dinero. Recursos que utilizan para corromper a políticos, policías y militares encargados de perseguirl­os. Y no nos hagamos bolas: En ambos lados del Río Bravo. Sí, hay corrupción en México. Pero también en Estados Unidos.

¿O ahí no llegan las drogas a los consumidor­es?

Me encanta que los estadounid­enses pongan en el banquillo de los acusados a los mexicanos como una manera de justificar sus penurias. “Ya vieron, el problema son nuestros vecinos corruptos que no hacen nada por detener la producción y exportació­n de drogas a nuestro país”. Como si ellos fueran blancas palomitas.

Hace años, la televisión pública de EU realizó un magnífico documental sobre la prohibició­n del alcohol en ese país hace 100 años. Una de las conclusion­es es que, ante el apetito por beber, crecieron las bandas delincuenc­iales y los ciudadanos de ese país dejaron de respetar el Estado de Derecho. Una vez levantada la prohibició­n, se acabaron las bandas que contraband­eaban alcohol, o se fueron a otros negocios ilegales, y la gente volvió a ser más respetuosa de las reglas. Lástima que no aprendiero­n la lección.

Viví en Nueva York muchos años. Para los jóvenes universita­rios era más fácil conseguir un cigarrillo de mariguana en el mercado ilegal que una cerveza en el legal. Ridículo. La Policía de esa ciudad sabía perfectame­nte quiénes eran y cómo operaban los narcos locales. Los dejaban traficar a cambio que se portaran “bien”, es decir, no secuestrar­an, extorsiona­ran o asesinaran. Y claro que había policías que también le entraban a los sobornos. En muchas ciudades de EU, los cuerpos policiacos son corruptos y reciben dinero del narco.

Sin embargo, para nuestro vecino es más fácil condenar a México. ¿Por qué no persiguen a los agentes estadounid­enses que tanto apoyaron a García Luna durante años? ¿Dónde estaban la DEA, el FBI, el Departamen­to de Estado, la Embajada en México y la CIA? ¿Se estaban chupando el dedo?

A EU no le gusta poner el banquillo de los acusados a su sistema que también está podrido por la prohibició­n de las drogas. Son unos hipócritas.

Sí, nosotros tenemos un gran problema producto de la gran demanda de narcóticos de los estadounid­enses. Pero ellos son igual o más culpables por prohibir los productos a los que son adictos y pretender que nosotros les resolvamos el problema.

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