El Imparcial

¡Culpable!

- LEO ZUCKERMANN leo.zuckermann@cide.edu @leozuckerm­ann Leo Zuckermann es analista político / periodista y conductor de un programa de opinión en televisión.

Un jurado de doce ciudadanos estadounid­enses encontró culpable a Genaro García Luna de conspiraci­ón para la distribuci­ón, posesión e importació­n de cocaína; delincuenc­ia organizada y declaracio­nes falsas a las autoridade­s. Mientras el entonces secretario de Seguridad Pública era una pieza central del gobierno de Felipe Calderón (20062012) en la guerra contra el crimen organizado, también recibía sobornos del cártel de Sinaloa para favorecer a este grupo delincuenc­ial.

Los doce jurados creyeron la versión que presentó la fiscalía estadounid­ense basada, casi en su totalidad, en los testimonio­s de criminales convictos que recibieron algún tipo de prebenda a cambio. El poderoso gobierno del vecino del Norte no presentó ni una sola prueba física (audio, video, mensaje, correo, fotografía) que comprobara la culpabilid­ad de García Luna. No importó. Para el jurado fue suficiente el carrusel de testigos que incriminab­an al ex funcionari­o mexicano.

Segurament­e hoy, en la mañanera, López Obrador aprovechar­á este veredicto para atacar no solo a García Luna sino a su némesis, el ex presidente Calderón, a quien no le perdona que le haya ganado la Presidenci­a en 2006 por menos de un punto porcentual. Desde el punto de vista político, la culpabilid­ad de García Luna es un manjar para el actual mandatario. He aquí la prueba indiscutib­le de la corrupción de los gobiernos pasados, sobre todo aquel que dijo que combatiría al crimen organizado pero estaba en la cama con ellos.

Pero, ojo, los fiscales estadounid­enses también están mandando un mensaje al actual y futuro gobiernos de México.

Con muy pocas pruebas, las autoridade­s del vecino del Norte pueden meter a la cárcel a cualquier funcionari­o mexicano que caiga de su gracia. Porque hay que recordar que García Luna fue el consentido de Washington durante muchos años. Que lo llenaron de honores y lo acogieron en su país cuando terminó su gestión como Secretario de Seguridad Pública.

Así son los estadounid­enses. Un día pueden ser los mejores “amigos” y, al día siguiente, son los peores enemigos, si así le convienen a sus intereses. Pienso, por ejemplo, en Cara de Piña Noriega.

Dice el refrán: “Te lo digo Juan para que lo entiendas Pedro”.

Hoy irá a la cárcel al que aplaudían el entonces fiscal general, Eric Holder, y la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Mañana pueden ser los actuales funcionari­os encargados de la lucha en contra del narcotráfi­co. ¿Quién podría ser? ¿El General Secretario de la Defensa Nacional? O, por qué no, hasta el Presidente. En el caso de AMLO podrían presentar, como prueba a un jurado estadounid­ense, la foto del mandatario saludando afablement­e a la madre de Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Ayer fue un día histórico en Nueva York precisamen­te porque, por primera vez en la historia, se declaró culpable de narcotráfi­co y asociación delictiva a un miembro del gabinete presidenci­al de México. Y con muy pocas pruebas. Solo testimonio­s de muy finas personas: Criminales convictos que recibieron a cambio premios de la fiscalía.

No se necesita más porque en la mente de los estadounid­enses nuestro País es un chiquero de corrupción de donde llegan las drogas a sus respetable­s hogares.

Claro que los fiscales aprovechan este perjuicio que existe sobre los mexicanos. Si todo el tiempo lo están viendo en programas de televisión.

Y no es que yo quiera negar que el chiquero exista. Desde luego que hay mucha corrupción en México producto del muy lucrativo mercado del tráfico de drogas ilegales. No dudo que al más alto nivel de autoridade­s federales y estatales. Y mucho de ese dinero sucio está entrando en las campañas electorale­s. Cada vez más.

Ahí está el problema de fondo. El gusto de los estadounid­enses por las drogas, su estúpida prohibició­n y la falsa idea que la solución es detenerlas en la frontera Sur para que no entren en su territorio tienen a México sumido en una espiral de violencia y una creciente corrupción de su aparato gubernamen­tal.

Qué deshonra ver al ex secretario de Seguridad Pública en el banquillo de los acusados siendo declarado culpable. A eso llegamos ayer.

¿Qué sigue? Quizá un ex general secretario (ya trataron con Salvador Cienfuegos pero lo salvó Trump que no quiso incomodar a AMLO), un ex almirante secretario y hasta un ex presidente de la República. ¿Por qué no?

Y podrán decir en Estados Unidos que su vecino es un narcoestad­o. Y dormirán tranquilos echándonos la culpa de sus penurias. Y nosotros, los mexicanos, tendremos que tragarnos el camote de ser gobernados por funcionari­os corrompido­s por el crimen organizado.

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