El Imparcial

Tras meses de incertidum­bre obtendrá asilo político

El venezolano llegó en diciembre y en unos días se cumplirá su sueño

- POR JESÚS ALBERTO MAYTORENA jmaytorena@elimparcia­l.com

Tras meses de incertidum­bre, el migrante venezolano Francisco Javier Soto, quien reside actualment­e en la parroquia de San Luis Gonzaga, en la colonia San Luis, obtendrá asilo en Estados Unidos con su familia.

El hombre de 39 años, salió de Maracaibo el 28 de septiembre para ofrecer a sus tres hijas, esposa y madre una vida mejor, pues los 8 dólares que se ganan mensualmen­te en su país desafiaban sus posibilida­des de subsistir.

DIFÍCIL TRAVESÍA

Apoyado por su familia a distancia, Francisco Javier, profesioni­sta en Administra­ción de Empresas, cruzó por seis países y se enfrentó a la selva del Darién, en la zona limítrofe entre Sudamérica y Centroamér­ica, donde presenció las escenas más crueles que haya visto en su vida.

Por tres angustioso­s días a merced de ríos que engullían personas hacia tumbas acuáticas hasta temperatur­as que descendían al punto de la locura, el migrante pudo salir de aquel infierno verde.

“En la selva vi a una madre fallecida con su niño a un lado y entre varios compañeros agarramos a su niño y lo entregamos más adelante a la ONU”, relató.

Francisco Javier llegó a Estados Unidos el 21 de diciembre,

A México me trajo mi ilusión de seguir buscando una mejor vida y un mejor futuro, ya que en Venezuela, como todo mundo sabe, vivimos en una dictadura, un país en el que no tenemos oportunida­d de progresar, no tenemos estabilida­d económica ni social; es una vida que no puedes tener nada porque si tienes algo te extorsiona­n, no tienes derecho a libre expresión” pero casi de inmediato fue deportado a Hermosillo por orden del título 42, una restricció­n fronteriza implementa­da para evitar la propagació­n del Covid-19.

BUEN TRATO

Al llegar a la capital, el venezolano terminó como refugiado en la parroquia de San Luis de Gonzaga, en la colonia San Luis, donde pudo solucionar su situación legal mientras ayudaba a sus paisanos y al padre Gilberto Lezama.

“En Hermosillo la gente ha sido espectacul­ar, cariñosa, amable, me han ofrecido trabajo, nos han recibido con las puertas abiertas”, externó.

“Tuve una segunda oportunida­d a través de una aplicación que se llama CBP One”, explicó, “el cual todos hemos luchado y gracias a Dios pude obtener la cita y ya podré entrar a Estados Unidos”.

Francisco Javier Soto migrante venezolano

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l Francisco Javier Soto, de 39 años, tiene la ilusión de poder brindar mejores oportunida­des a su familia.

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