El Imparcial

La reforma de la Curia romana

- ruben@miscuadern­os.com.mx @RubenAguil­ar 3. RUBÉN AGUILAR VALENZUELA Rubén Aguilar es doctor en Ciencias Sociales y profesor de la Universida­d Iberoameri­cana. En Internet: www.miscuadern­os.com.mx

El proyecto más importante que impulsa el papa Francisco es la reforma de la Curia romana. Ya la historia dirá si este es el mayor de sus legados.

La promulgaci­ón el 19 de marzo de 2022 de la Constituci­ón Apostólica Praedicate Evangelium, que entró en vigor el pasado 5 de junio, da inicio a un proceso de cambio profundo en la forma de concebir y gestionar la Curia.

El gobierno de la Iglesia Católica es la Curia que se compone de la Secretaría de Estado, los órganos de justicia y economía y los dicasterio­s, que son las secretaría­s o ministerio­s.

Esta Constituci­ón, que tiene once capítulos y 240 artículos, sustituye a la Pastor bonus promulgada en 1988 por el papa Juan Pablo II, que entró en vigor en 1989.

Es resultado de un largo trabajo colegial, que comenzó en 2013 y concluyó en febrero de 2022. Son nueve años de encuentros que recogieron el aporte de las iglesias locales de todo el mundo, siempre bajo la coordinaci­ón del Papa.

La Constituci­ón da forma y consolida el proceso de cambio que desde el inicio de su mandato comenzó el papa Francisco, pero avanza y profundiza la transforma­ción de la Curia. Son siete las claves:

Cualquier fiel puede dirigir un Dicasterio. Se especifica que laicos y laicas, pueden ser nombrados para llevar a cabo funciones de gobierno de la Curia romana.

Protección de menores. La Comisión Pontificia para la Protección de Menores se une al Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Su tarea es asesorar al Papa y proposecto­res ner iniciativa­s más adecuadas y agresivas para la protección de los menores.

Al servicio de la Iglesia. La Curia no está sólo al servicio del Papa, sino de todas las diócesis del mundo. Se impulsan mecanismos de colaboraci­ón y trabajo en red entre los dicasterio­s. Los miembros de la Curia deben ser personas íntegras y profesiona­les.

Reducción de dicasterio­s. Se fusiona y reduce el número de dicasterio­s, para hacer más eficaz el trabajo. Se suprimen los Consejos Pontificio­s y las Congregaci­ones que pasan a ser Dicasterio­s.

Dicasterio al Servicio de la Caridad. Se crea este nuevo Dicasterio que “ejerce en cualquier parte del mundo la obra de asistencia y ayuda” hacia los necesitado­s en nombre del Papa.

Dicasterio para la Evangeliza­ción. Se crea con la unificació­n de la Congregaci­ón para la Evangeliza­ción de los Pueblos y el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangeliza­ción. El Papa lo preside en forma directa.

Dicasterio de Cultura. Se crea con la fusión del Consejo Pontificio para la Cultura y la Congregaci­ón para la Educación Católica.

La Curia por década ha estado en manos de clérigos burócratas conservado­res, que han sido quienes han gobernado la Iglesia. El papa Francisco en un célebre discurso de Navidad, al año de haber asumido su cargo, hizo una crítica dura, nunca antes vista, a sus integrante­s y a su manera de operar.

Desde ese momento empezó la reforma de la Curia, el gobierno de la Iglesia, que ahora abre el espacio a que los laicos y laicas asuman cargos de gobierno; que esté al servicio no sólo del Papa sino de todos los obispos; que su estructura se haga más ligera y ágil y que quienes ocupen cargos lo hagan sólo por cinco años con posibilida­d de otros cinco, para que después regresen a sus diócesis.

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