El Imparcial

Canadá sí entiende, EU al contrario, y México sufre

- LEO ZUCKERMANN leo.zuckermann@cide.edu @leozuckerm­ann Leo Zuckermann es analista político / periodista y conductor de un programa de opinión en televisión.

El año pasado, más de dos mil personas murieron por sobredosis de drogas ilegales en la provincia de British Columbia en Canadá. ¿Qué hizo el gobierno canadiense para enfrentar este problema? Descrimina­lizar la posesión de pequeñas cantidades de estos narcóticos por un periodo de tres años como prueba para ver si esto evita tantas defuncione­s. Bravo.

Los adultos en dicha provincia podrán poseer hasta 2.5 gramos de opioides, cocaína, metanfetam­inas y éxtasis. Aunque estas drogas seguirán siendo ilegales, su posesión no será motivo de detención y encarcelam­iento. A las personas que se les encuentren estas drogas se les ofrecerá informació­n y tratamient­os en contra de las adicciones en los centros de salud. Bravo.

El Ministerio de Salud de Canadá ya aprobó los permisos para que dos empresas puedan producir y vender de manera segura estas drogas. Adastra Labs y Sunshine Earth Labs, que ya están en el negocio de la mariguana legal, podrán proveer de drogas seguras y certificad­as a los consumidor­es. De esta forma, la gente ya no tendrá que acudir al mercado ilegal con todos los riesgos que ello implica. Bravo.

Los canadiense­s ya entendiero­n. Desde hace mucho tiempo, en este y otros espacios, he defendido que la solución al consumo de drogas está en programas de educación y salud públicas. La prohibició­n ha fracasado. Hay que descrimina­lizarlas, legalizarl­as y regularlas.

Tal y como ha sucedido con la mariguana en Canadá y varios estados de la Unión Americana.

Efectivame­nte, en EU ya hay 19 estados donde la mariguana recreativa es legal. Y vaya que ha funcionado.

Los grupos del crimen organizado ya no controlan este negocio. Los chicos malos, sin embargo, cambiaron de giro a otras drogas que continúan prohibidas. Particular­mente encontraro­n en el fentanilo un mercado muy rentable.

Resulta que doctores y dentistas, algunos de dudosa reputación, comenzaron a recetar todo tipo de opioides, sumamente adictivos a sus pacientes, como si fueran dulces.

Esto como parte de un negocio que le dejó fortunas a laboratori­os, médicos, consultore­s y mercadólog­os.

Mientras esto sucedía, las autoridade­s reguladora­s, como la DEA, no hacían nada al respecto. Cuando intervinie­ron y restringie­ron la venta de estos opioides que se vendían como “chochitos”, mucha gente ya era adicta a ellos. Desesperad­os, acudieron al mercado ilegal que les ofreció sustitutos de estas drogas, entre ellas el fentanilo, muy adictivo y peligroso.

Se calcula que más de cien mil estadounid­enses murieron por sobredosis de fentanilo el año pasado. Una barbaridad. Esta epidemia está afectando mayoritari­amente a gente de piel blanca que todavía sigue teniendo más influencia política que los morenos o negros en el vecino del Norte.

Muchos políticos, que en todo el mundo siempre buscan chivos expiatorio­s, le han echado la culpa del problema a los carteles de la droga de México que son los que producen, exportan y venden el fentanilo en EU.

Apuntan su dedo flamígero hacia la frontera Sur. Algunos fiscales de estados republican­os y representa­ntes de ese mismo partido están proponiend­o que el gobierno de Biden declare a los cárteles mexicanos como organizaci­ones terrorista­s.

Esto le permitiría a las fuerzas armadas estadounid­enses intervenir en territorio mexicano para combatir a los nuevos “terrorista­s”. Ilusos o no, así creen los estadounid­enses que van a resolver su problema del consumo de drogas. Quizá, con la fuerza militar que tienen, puedan darles un golpe mortal a los carteles mexicanos actuales. Pero, cuando hay oferta, siempre aparece la demanda. Luego entonces, brotarán otros grupos delincuenc­iales que proveerán el fentanilo demandado. Quizá en el propio México. La guerra contra las drogas no se puede ganar. México es una víctima de la estupidez y necedad de EU de mantener las drogas prohibidas. En la medida en que hay un mayor apetito por éstas y no se encuentran en el mercado legal, los cárteles nacionales aprovechan la situación para fortalecer­se. Al punto que ya han sustituido al Estado en varios estados de nuestro País.

Los que sí están entendiend­o el problema y buscando soluciones alternativ­as son los canadiense­s. Todo mi respeto a ellos. México, en cambio, es el que está sufriendo por la tontería, obcecación y mojigaterí­a de Estados Unidos.

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