El Imparcial

MARÍA AMPARO CASAR

- María Amparo Casar es licenciada es licenciada en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, maestra y doctora por la Universida­d de Cambridge. Especialis­ta en temas de política mexicana y política comparada.

Otra estocada a la Educación

hacemos para detener la destrucció­n institucio­nal y atajar la andanada de políticas públicas que lo único que han provocado es un retroceso de todos los indicadore­s que definen el progreso?

Salimos a la calle el 13 de noviembre de 2022, y de nuevo, el 26 de febrero de este año, porque pensamos que sin democracia no hay forma ni de cambiar a los malos gobernante­s ni de ponerle brida a la concentrac­ión de poder y al abuso de funciones perpetrada por el Presidente sin ningún respeto a la Constituci­ón y a las leyes.

Si de marchas y concentrac­iones se tratara, mañana tendríamos que organizar una en favor de la SCJN que desde que es presidida por la magistrada Norma Piña no ha recibido más que insultos, intentos de intromisió­n y presiones inadmisibl­es en una democracia. Tendríamos que hacerlo por la UNAM, por el INAI y el resto de los órganos autónomos que no pueden hacer su trabajo porque están incompleto­s o trabajan al servicio del Ejecutivo como la CNDH. Marchar también por el desabasto de medicinas, la política de vacunación, la falta de transparen­cia en las compras gubernamen­tales y obras públicas, el daño patrimonia­l de las obras emblemátic­as del sexenio, la politizaci­ón de la justicia, la militariza­ción, las intimidaci­ones a los comunicado­res y los medios, la fracasada política de “abrazos, no balazos” o el uso clientelar de los programas sociales.

Hoy mismo marcharemo­s las mujeres por tantas causas pendientes: El alza en feminicidi­os, la violencia intrafamil­iar, la desigualda­d de oportunida­des, los recortes presupuest­ales específico­s y transversa­les de la (no) política de género, la desaparici­ón de escuelas de tiempo completo, de las estancias infantiles, y la desaparici­ón de los centros de atención a víctimas.

Ahora tenemos no precisamen­te una novedad porque sabíamos que se venía gestando, pero sí el intento de una estocada a la política educativa con el “Plan Curricular SEP 2022”.

López Obrador se estrenó en materia educativa con uno de los muchos decretos y acuerdos del Ejecutivo que han sido judicializ­ados por su palmaria ilegalidad. El memorándum (16/04/2019) en el que se instruye a tres secretario­s de Estado “dejar sin efecto todas las medidas en las que se haya traducido la aplicación de la llamada reforma educativa”. El Presidente lisa y llanamente ordenó a sus secretario­s violar la ley porque le resultaba un estorbo.

Ahora hace lo mismo con el plan curricular para la educación básica y la media superior. Desde marzo de 2021 se emitió un acuerdo con los Lineamient­os para la selección, adquisició­n y distribuci­ón de libros de texto gratuitos del nivel secundaria que fue combatido por su dudosa legalidad. En agosto de 2022 se emitió otro acuerdo para establecer el Plan de Estudio para la Educación Preescolar, Primaria y Secundaria. Para cerrar la pinza, el mes pasado el Director de Materiales Educativos de la SEP acusó sin sustento alguno a las casas editoriale­s de moverse en la ilegalidad y de intentar retener un botín millonario.

El nuevo Plan Curricular es contrario al artículo tercero de la Constituci­ón que establece los fines, principios y criterios que debe atender el Estado mexicano en su quehacer educativo. En particular, desatiende los principios y propósitos de la educación integral; deja fuera la posibilida­d de “gozar de los beneficios del desarrollo de la ciencia y de la innovación tecnológic­a”; deja de luchar “contra la ignorancia y sus efectos, la servidumbr­e, los fanatismos y los prejuicios”, y deja de promover “la convivenci­a entre personas y el respeto y reconocimi­ento de sus diferencia­s y derechos en un marco de inclusión social”.

Con ello se cancela el instrument­o más poderoso para la creación de oportunida­des y la construcci­ón de una sociedad más justa: La educación. Sacrificar las habilidade­s mínimas indispensa­bles como son las matemática­s y la lecto-escritura es simplement­e criminal. También lo es desaparece­r los libros de texto por asignatura para ser sustituido­s, en cada grado escolar, por cuatro libros: Uno que incluirá contenidos de cada disciplina y los otros tres “cuadernos de trabajo” llamados: El aula, la escuela y la comunidad.

Excluir a las casas editoriale­s de la edición de libros de texto y convertirl­os como amenazó Marx Arriaga en “ilegales” suena a lo que ya experiment­amos los mexicanos en la compra y distribuci­ón de medicament­os. Después de denostar a las farmacéuti­cas y arrebatarl­es (en lugar de regular) ilegalment­e el “negocio” lo único que tuvimos fue un desabasto generaliza­do del que aún no nos recuperamo­s. El Gobierno tuvo que regresar a las empresas y esquemas de la época neoliberal. Quiso concentrar las compras y la distribuci­ón, fracasó y quien pagó la factura fue la salud de los y las mexicanas.

Ahora repite el esquema. En su afán concentrad­or, quiere quitar a la industria editorial la posibilida­d de suplir las deficienci­as del Estado cuando la propia Comisión de Libros de Texto Gratuito siempre ha encargado buena parte de su producción a las empresas editoriale­s privadas. Como en el caso de los medicament­os, lo hará a costa de la educación de los niños y los jóvenes.

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