El Imparcial

APUESTAS EN EL BEISBOL PELIGRO DE APOSTADORE­S

- • El autor es periodista y analista de beisbol con más de 70 años de experienci­a.

Oí a Pete Rose, antes de un juego en Riverfront Stadium, proponerle a George Foster: “¡Voy 100 dólares a que no llueve hoy!”. Foster no aceptó. Tampoco llovió”. -o-o-oCuenta la leyenda que cuando Para Dios iba a comenzar a hacer al mundo, gritó a todos los vientos: “¡Voy a que lo termino en siete días!”.

Nada apostó, porque no existía el dinero ni tenía Él propiedad alguna. Pero ganó, y fue la primera apuesta en la historia de la humanidad.

El beisbol fue víctima de los apostadore­s a fines del Siglo XIX y comienzos del XX. De los apostadore­s, pero no sé las apuestas.

Si uno apuesta 100 dólares a los Yankees, se espera el resultado y se cobra o se paga, no ocurre nada.

Lo malo de aquella época no eran las apuestas, sino los apostadore­s, porque compartían su dinero con peloteros, “los compraban” para que trataran de no ganar.

Había que tener esos cómplices entre los mejores, como Ty Cobb y Tris Speaker, de quienes hay cartas con sus firmas, que comprueban cómo recibían ese tipo de dinero para ese tipo de misiones.

Y un escándalo por apuestas arregladas con los peloteros, cambió al beisbol.

Ocurrió en octubre de 1919, cuando varios de los Medias Blancas se vendieron a los apostadore­s, durante la Serie Mundial frente a los Rojos.

Los apostadore­s manejaban mucho dinero. Al pitcher estrella del club de Chicago, Ed Cicote, lo compraron por 10 mil dólares. Él cobraba, por toda la temporada, 9 mil 75, o sea, lo que ahora recibe Justin Verlander por cada vez que respira en el dugout de los Mets.

Como los Medias Blancas parecían tener el mejor róster y por eso eran favoritos, a ellos había que comprarlos. Los Rojos ganaron la Serie Mundial en cinco juegos, era a un máximo de nueve.

El escándalo fue tal que produjo la idea de crear al comisionad­o; y el primero fue un famoso juez, llamado Kenesaw Mountain Landis.

Desde entonces le tienen tanto asco a los apostadore­s, como para haber execrado del beisbol de por vida, al mejor de los chocadores y al más espectacul­ar bigleaguer en 153 años de Grandes Ligas, Pete Rose.

Apostar es un vicio muy peligroso. La historia está llena de suicidios en hipódromos y en casinos, igual que de padres y madres que han perdido hasta sus hijas y sus casas.

No, no se trata de un drama sólo del beisbol, más se apuesta en las carreras de caballos, las loterías, en el boxeo y en el soccer.

Gracias a la vida que me ha dado tanto, incluso un lector como tú.

ATENCIÓN.- Lee el archivo reciente de “Juan Vené en la Pelota” en internet, por “el deporte vuelve a unirnos”.

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