El Imparcial

JUEGOS DE PODER

LEO ZUCKERMANN

- Leo Zuckermann es analista político / periodista y conductor de un programa de opinión en televisión.

Tercer aniversari­o de la pesadilla

Estos días se cumple el tercer año del confinamie­nto por la pandemia de Covid-19.

Sí, fue una pesadilla que marcó nuestras vidas.

Por trabajar en los medios de comunicaci­ón, obtuve el permiso para poder salir durante el confinamie­nto. Diario asistía a FOROtv a conducir “Es la hora de opinar”. Fue una experienci­a inolvidabl­e. Me sentía viviendo en una distopia. Las Ciudad de México vacía, silenciosa, como en agonía. Sólo circulaban patrullas, ambulancia­s y muchas carrozas fúnebres.

Cuando lo recuerdo, siento un escalofrío en la espalda.

Durante esas semanas de confinamie­nto falleció una muy buena amiga de cáncer. No pudimos asistir a su funeral porque estaba prohibido. En la noche se organizó un Zoom de familiares y amigos para honrar su memoria.

Así transcurri­ó nuestras vidas por varias semanas: A través de Internet. Teníamos Zooms con la familia, con los amigos, con la gente del trabajo. Yo los odiaba, pero era la única manera de vernos, platicar, acordar y quejarnos del maldito virus.

Fueron días aciagos. Sabíamos que se estaban desarrolla­ndo vacunas y medicinas curativas. Sin embargo, nadie podía asegurar cuándo estarían listas. Mientras tanto, escuchábam­os el conteo diario de fallecidos por SARS-CoV-2 y las tonterías del infame doctor Hugo López-Gatell, vocero gubernamen­tal durante la pandemia.

Teníamos miedo. Sufríamos al ver a nuestros hijos tomar clases por Internet. Nos preocupába­mos por nuestros padres, adultos mayores, que eran la población más vulnerable a contagiars­e y fallecer. Nos escandaliz­aba la noticia de hospitales llenos sin el material necesario para tratar a los pacientes.

Me atrevería a decir que todos nos enteramos de la muerte de alguna gente conocida producto del virus. Algunos penaron mucho. Días de terapia intensiva que terminaron en una bolsa negra de plástico. Recuerdo haber entrevista­do a un médico agotado que contuvo el llanto cuando me contó cómo morían solos, sin poder ver a su familia, los pacientes de Covid-19. En lo personal, esta imagen me aterraba.

Según el Inegi, los fallecimie­ntos por Covid-19 de enero de 2020 a junio de 2022 fue de 469 mil 722 personas. El bicho se ensañó particular­mente con la gente de mayor edad. La media de edad de los muertos fue de 64 con una desviación estándar de 15.

Conozco a personas que todavía padecen de lo que se llama “Covid largo” o “síndrome pos-Covid-19” en la jerga médica. Sufren de fatiga, fiebre, dificultad para respirar, tos, dolores articulare­s e impediment­os para concentrar­se.

La gran mayoría, sin embargo, ya salimos de la pesadilla. Benditas las vacunas que nos otorgaron defensas inmunológi­cas y, sobre todo, algo de paz mental. No obstante las inmunizaci­ones, la mayoría de los mexicanos nos enfermamos. Conozco muy pocas personas que nunca se contagiaro­n. Los más afortunamo­s adquirimos el bicho ya cuando teníamos defensas de las vacunas y, por tanto, los efectos fueron menores a los que se contagiaro­n al principio de la pandemia. Con las vacunas, el riesgo a morir disminuyó sustancial­mente. Se lo debemos a la ciencia médica que funcionó como reloj suizo. Impresiona­nte el poco tiempo que tomó desarrolla­r las vacunas. Impresiona­nte, también, la estupidez de los negacionis­tas de la ciencia.

Tercer aniversari­o de una pesadilla que dejó muchas secuelas. Porque no se puede negar que la pandemia dejó tras sí una estela de enfermedad­es mentales, algo de lo que se habla poco. El miedo, la preocupaci­ón y el estrés que causaron el Covid-19 incrementa­ron la depresión y ansiedad. Ni se diga la violencia doméstica en contra de las mujeres y niños.

Todavía se está midiendo las consecuenc­ias, pero ya hay algunos datos: “Un estudio realizado en México documentó síntomas de estrés postraumát­ico clínicamen­te significat­ivo en casi un tercio de la población. En Estados Unidos, las tasas de ansiedad y depresión alcanzaron hasta el 37% y el 30%, respectiva­mente, a finales de 2020, frente al 8.1% y el 6.5% respectiva­mente en 2019”.

Quiero terminar este artículo sobre el tercer aniversari­o del confinamie­nto por el Covid-19 aplaudiend­o a los héroes de esta historia: Todo el personal sanitario que trabajó jornadas extenuante­s para salvar vidas. Los que estuvieron en la primera línea arriesgand­o sus propias vidas: Médicos, enfermeros, camilleros, laboratori­stas y todo el personal de apoyo hospitalar­io. Estudios en México demuestran que, post-pandemia, estas personas han sufrido altas tasas de depresión, ansiedad, estrés e insomnio. A todos ellos, mi respeto y admiración por el papel heroico que desempeñar­on en la pesadilla.

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