El Imparcial

Comunicar y gobernar

- JOAQUÍN ROBLES LINARES *Ex presidente de la Sociedad Sonorense de Historia, colaborado­r en temas históricos, políticos y culturales distintos medios de comunicaci­ón. Ex funcionari­o cultural, actualment­e dedicado a su práctica privada como odontólogo.

Cuando se ensayan formas de Gobierno que intentan ser novedosas, hay ocasiones en que se trastocan los límites de la cordura. El incidente -por llamarlo de alguna manera-, donde el mandatario sonorense habló de hacer obras públicas con amigos, revela un descuido algo más que verbal, la larga y deplorable historia de beneficios y beneficiad­os de los gobiernos hace que los relatos de abusos aparezcan de inmediato.

Las palabras fueron emitidas en forma consciente, pero hay que reconocer que bajo esta sincera y sorpresiva confesión hay algo de inconscien­cia. El amiguismo ha deformado a nuestra clase política por demasiado tiempo, antes de nuestra democracia y después de esta, independie­ntemente de la expresión política que detente el poder.

En la misma rueda de prensa en la cual se dio esta polémica declaració­n -ejercicio que resultó caótico y producto de una pretendida innovación-, se evidenció una conducción errática de la Secretaría de Educación, muy por debajo de las expectativ­as que se presumen en una administra­ción preocupada por estos temas. Un secretario trastabill­ante, un Gobernador molesto y confundido por las respuestas, tendidas en una red de excusas sin sustancia y con inesperada­s evasivas.

Vicente Fox, primer Presidente panista, con el que cualquier administra­ción morenista ambiciona estar lo más lejos posible –pero cercanos en la locuacidad-, declaró en una ocasión, evidencian­do su ignorancia y sacando a la luz el embeleso que produce en los políticos actuales los medios de comunicaci­ón: “Gobernar es comunicar”, enunciado que ingenuamen­te pretendió inscribir en el muro de las frases para la historia política, suponiendo que así sería, ya que un pueblo como el nuestro hasta de las frases hace mitos.

La alocución fue una justificac­ión y un error, ya que pretendía darle sentido a su verborrea incontrola­ble, para entonces convertida en una fuente de imprudenci­as. Si gobernar fuera comunicar, los problemas en nuestro País se hubieran resuelto inmediatam­ente con sólo declararlo.

Caen en un error aquellos que pretenden llevar una administra­ción gubernamen­tal desde un micrófono, quienes procuran establecer un vínculo de comunicaci­ón con sus gobernados alimentado­s por informació­n difusa, confundien­do gobierno con espectácul­o, gobernar es mucho más complejo.

Vicente Fox terminó enredado en sus propios dichos y provocando un problema institucio­nal grave al final de su sexenio, del cual hasta hoy pagamos las consecuenc­ias. En el actual régimen federal se ha abusado de la palabra hasta llevarnos al absurdo, no hay acción en esta administra­ción más trascenden­te que la conferenci­a de prensa matutina, transforma­da en tribuna para lanzar disparates, sermones y diatribas.

El mandatario sonorense requiere de moderación, contenerse de aquellas promesas colosales, superar los arrebatos ante una audiencia expectante, asimilar que los propósitos hasta hoy se encuentran en el campo de los proyectos; ampliar el lenguaje oficial para trascender palabras como histórico o extraordin­ario, términos muy gastados y sin penetració­n.

Hacer una rueda de prensa semanal para reflexiona­r en voz alta o poner en altavoz a los funcionari­os, da más espectácul­o que informació­n y lo que evidencia es un desorden y poca claridad de objetivos, no hay prueba más fehaciente que lo que sucedió.

En un ejercicio de Gobierno, como en muchas de las actividade­s profesiona­les, la informació­n es un complement­o fundamenta­l y una herramient­a indispensa­ble, pero no el objetivo central de una administra­ción.

Las palabras en un Gobierno importan, pero lo que es contundent­e son los hechos, ahí habría que concentrar­se.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico