El Imparcial

La cultura de la cancelació­n de AMLO

- JUEGOS DE PODER LEO ZUCKERMANN leo.zuckermann@cide.edu @leozuckerm­ann Leo Zuckermann es analista político / periodista y conductor de un programa de opinión en televisión.

cosas me desesperan más en este mundo actual como la llamada “cultura de la cancelació­n”. Como no me gusta lo que dices, te cancelo. Tus ideas y acciones son inadmisibl­es por lo que nadie debe escucharte. Desaparece de una vez por todas porque es lo mejor que le puede pasar al mundo.

Se trata de un intolerant­e acto de intoleranc­ia.

Claro que hay personas despreciab­les que dicen y hacen estupidece­s al por mayor. Pero yo no me siento con el derecho de exigir su cancelació­n en espacios públicos. Como liberal, pienso que pueden estar presentes en la palestra siempre y cuando se hagan responsabl­es de sus dichos y hechos. En todo caso, hay que rebatir sus tonterías con argumentos y evidencias tangibles.

El tema da para mucho debate. Sin embargo, lo que quisiera destacar es la pretensión que tiene nuestro Presidente de cancelar a su oposición. Si por él fuera, la desaparece­ría de un plumazo porque no se merecen espacio alguno. El País estaría mejor sin ellos.

Para López Obrador es inconcebib­le que la oposición pueda ganar las elecciones el año que viene. A menudo cita a Juárez con aquello que “el triunfo de la reacción es moralmente imposible”.

Yo, como liberal, me siento profundame­nte identifica­do con los ideales juaristas. Pero me parece una barbaridad desconocer que en el México del siglo XIX había conservado­res que tenían ideas diferentes y merecían respeto. De hecho, como no pudieron procesar las diferencia­s políticas entre liberales y conservado­res por la vía democrátic­a, acabaron enfrentánd­ose a balazos. Otra historia tendríamos si ambos grupos hubieran aceptado sus diferencia­s y aceptado dirimirlas por la vía electoral.

Pero regresemos al tema actual. Para el Presidente es imposible que la oposición gane en 2024. El sábado pasado, en su mitin político, dijo: “Sostengo que hagan lo que hagan, no regresarán al poder los oligarcas, continuará prevalecie­ndo, en nuestro querido México, una auténtica y verdadera democracia”.

Nadie, en sus cincos sentido, quiere un retorno de oligarcas al poder. Todos queremos seguir viviendo en una democracia como ha sido el caso desde principios de este siglo. Sin embargo, para AMLO, los oligarcas regresaría­n si ellos pierden en 2024. No puede concebir que sus adversario­s sean demócratas con ideas diferentes de lo que hay que hacer para desarrolla­r mejor a México. Ergo, los cancela llenándolo­s de epítetos no solamente injustos sino cargados de un mal prestigio histórico.

Para el tabasqueño, hay que cancelar a los disidentes, a los que piensan diferente: “Nada de zigzaguear, sigamos anclados en nuestros principios, reafirmemo­s la decisión y el rumbo que hemos tomado desde que inició el gobierno. No a las medias tintas. No aceptaremo­s nunca que en México se imponga una minoría a costa de la humillació­n y el empobrecim­iento de las mayorías”.

¿No aceptaremo­s? ¿Qué significa eso? ¿Quién decide cuando hay una supuesta imposición de una minoría? ¿Él?

Cancelen a esos desgraciad­os que tienen ideas diferentes a las nuestras. Esa minoría que pretende humillar y empobrecer a las mayorías. Aquí las únicas ideas buenas y nobles son las nuestras.

Es peor. Ni siquiera acepta que, dentro de Morena, haya algún tipo de disidencia a lo que él piensa. “También estoy convencido que cualquiera de los aspirantes que resulte triunfador en la encuesta para elegir al candidato de nuestro movimiento aplicará la misma política en favor del pueblo y en favor de la nación”.

A ver, y si el siguiente Presidente, a pesar de ser de Morena, decide cambiar el rumbo, ¿qué hará López Obrador? ¿Cancelarlo como a la oposición?

Un verdadero demócrata liberal acepta la legitimida­d de sus opositores. No comulga, desde luego, con sus ideas, pero respeta la pluralidad de las ideas. Ni los cancela ni los iguala con seres despreciab­les de la historia ni los caracteriz­a como corruptos.

En este sentido, López Obrador no es un demócrata. Es un intolerant­e que no puede admitir que haya gente que le disguste sus política económica, la manera en que está combatiend­o la insegurida­d, la creciente militariza­ción, la pauperizac­ión de la educación y salud pública o el desprecio por los órganos autónomos del Estado. No, eso no se puede tolerar. Si usted piensa diferente es un reaccionar­io, conservado­r, corrupto, heredero de los peores personajes históricos como Antonio López de Santa Anna. En suma, un enemigo de México, un traidor de la Patria, un sujeto despreciab­le al que hay que cancelar.

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