El Imparcial

¿A QUÉ SABE

- EFE

CIUDAD DE MÉXICO.- Nuestro sentido del gusto forma parte del denominado “sistema sensorial químico”: Aquel que es el vehículo de los estímulos producidos por las sustancias que entran en contacto con nuestro cuerpo, tanto provenient­es del exterior, como generadas por el propio organismo. Además, podemos aprovechar­lo para descubrir el mundo y a nosotros mismos, desde ángulos insospecha­dos.

Mientras que nuestra vista y oído canalizan principalm­ente estímulos vibratorio­s, es decir, la luz y los sonidos, y nuestra piel y músculos son más sensibles a los estímulos de tipo mecánico y térmico, todo aquello que “paladeamos” consiste básicament­e en “moléculas y átomos”.

Además de este aspecto fisiológic­o, nuestro sentido gustativo, al igual que el olfatorio, tiene un gran potencial en el campo de la sique y de las emociones: Posee un considerab­le poder evocador de recuerdos, situacione­s, lugares, personas y todo tipo de experienci­as, que muchas veces se remontan a nuestros primeros años de vida y habíamos “olvidado”.

DESCONECTA­R

De entre nuestros cinco sentidos, hay dos que nos conectan fuertement­e con nuestra mente racional, y que tienden a predominar sobre los demás, señala la terapeuta corporal Lola Mangas.

Mientras el tacto, el olfato y el gusto nos acercan más al cuerpo, a lo orgánico, y al mundo de las sensacione­s, el oído y sobre todo la vista, son una “línea directa” con nuestra parte pensante, con las ideas. Son como dos ventanas o puertas, desde donde la razón observa, controla, asume el mando.

Cuando están abiertas esas mirillas auditiva y visual, los demás sentidos quedan en segundo plano, sus percepcion­es se apagan.

Para intensific­ar nuestra percepción de los sabores, y toda la ampliación de la conciencia que ello conlleva, a veces conviene “desconecta­r” momentánea­mente nuestros ojos y oídos.

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oleadas de bienestar o malestar, de tranquilid­ad o desasosieg­o; tienen la capacidad de extraer del subconscie­nte vivencias de
un hondo significad­o.
l Un bocado o un sabor pueden traer a nuestra mente y corazón, oleadas de bienestar o malestar, de tranquilid­ad o desasosieg­o; tienen la capacidad de extraer del subconscie­nte vivencias de un hondo significad­o.

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