FASHIORAMA
En octubre de 2017 el periódico Thenewyorktimes hizo público el caso de abuso y acoso sexual que por décadas ejerció el entonces “omnipotente” productor de cine Harvey Weinstein. Un reportaje al que poco a poco se sumaron los testimonios de decenas de mujeres dentro de la industria del cine y el entretenimiento y que dejó expuesto no sólo los abusos sexuales de Weinstein sino el machismo, la misoginia y las complejas estructuras de poder que históricamente han sometido a las mujeres y a las minorías.
Un acontecimiento que generó el nacimiento del movimiento #Metoo, un hashtag que ha evolucionado con el tiempo y que aún sirve como herramienta de denuncia y difusión de distintas causas y hechos en donde quedan al descubierto las conductas inapropiadas, el abuso y el desequilibrio de poder que continúan oprimiendo a grupos vulnerables. Hoy el “intocable” de Harvey Weinstein cumple una sentencia de 23 años de prisión en Nueva York por delitos sexuales, dejando como legado una nueva conciencia colectiva en donde ya no existe espacio para el silencio y en donde reconocemos el poder que tenemos cuando unidos alzamos nuestras voces. La industria de la moda no ha estado exenta de este tipo de temas, son muchos los personajes que a partir de entonces han sido señalados y juzgados por conductas abusivas que por años fueron conocidas dentro del medio pero que no fue hasta el surgimiento del movimiento #Metoo que la gente comenzó a destapar sus propias experiencias. Fotógrafos como Mario Testino, Bruce Weber y Terry Richardson, el diseñador Alexander Wang y la también “todopoderosa” Anna Wintour, son sólo algunas de las figuras de la moda que han sido denunciadas en las redes sociales por diferentes tipos de abusos y malos comportamientos, ocasionando que en algunos casos no sólo se disculpen públicamente sino que esto signifique el ocaso de sus exitosas carreras. En marzo pasado, Alexi Mccammond tuvo que renunciar una semana antes de asumir su cargo como editora en jefe de Teenvogue, después de darse a conocer una serie de comentarios racistas que hizo en Twitter hace 10 años.
En México, la semana pasada a través de la cuenta de Instagram del joven crítico de moda Guillermo Fonseca @fashiontheorist, se daban a conocer una serie de posts y tuits de las cuentas personales de Lucía Alarcón, editora en jefe de Harper´sbazaarméxico. Alarcón quien por años fue editora de la revista Caras, tenía entre sus posts opiniones radicales acerca de temas como el conflicto de Israel y Palestina, el aborto y el que desató el escándalo: el apoyo a las terapias de conversión o ECOSIG (Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género). Una postura inconcebible en una industria como la moda que se basa en la diversidad y en donde la comunidad LGBTTIQ+ es un pilar. El discurso de odio y discriminación que reflejan las publicaciones de Lucía Alarcón, radica en que independientemente de sus creencias religiosas y personales, la homosexualidad dejó de ser catálogada como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año de 1990, sumado a que los ECOSIG están prohibidos en la Ciudad de México, al ser carentes de ética, sin base científicas e ineficaces, además de poder llegar a la tortura. Este caso se ha viralizado y diferentes personalidades y medios de comunicación nacionales e internacionales han expuesto el asunto exigiendo la renuncia de Alarcón. Sin embargo, ni Harper´sbazaarméxico ni Televisa (grupo editorial al que pertenece la publicación) han emitido una postura (hasta le momento) y han optado por blindar las redes sociales tanto de la editora como de la revista. Urge reflexionar acerca del papel y la responsabilidad de los medios de comunicación, las personas que los dirigen y nosotros como audiencia ¿Qué se necesita para que en México nuestras voces tengan la fuerza y el poder necesarios para que haya un cambio? #Alcemoslavoz #Nadaquecurar