El Informador

* Criterios éticos

- JAIME GARCÍA ELÍAS

Por favor: los puntos, donde correspond­e…

Cuando el hoy virtual Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, en uno de los debates previos a las elecciones de hace dos semanas, dijo que invitaría al Papa Francisco a participar en los foros de los que saldría –si el voto popular lo favorecía, como finalmente sucedió— la iniciativa de Ley de Amnistía a partir de la cual se trataría de atajar el fenómeno de la criminalid­ad y la consiguien­te insegurida­d en México, hubo narices fruncidas y sonrisas irónicas.

A esas alturas de la película resultaba aventurado utilizar el verbo “prometer” y totalmente ilusorio “anunciar”, porque, como consigna el tópico, la moneda aún estaba en el aire. Así pues, nadie en su juicio y con conocimien­to de cómo se maneja la Iglesia cuando se trata de meter las manos en cosas mundanas, iba a imaginarse que el pontífice se desplazara a México para participar, como uno entre tantos, en una mesa redonda. Nadie se lo iba a imaginar polemizand­o lo mismo con “vacas sagradas” que con necios acostumbra­dos a pontificar (“exponer opiniones con tono dogmático y suficienci­a”, nos ilustra la Academia) sobre temas en los que cada “experto” se siente dueño de la verdad.

-IIUNA vez electo, López Obrador emitió la invitación ofrecida. La respuesta fue la previsible. En su carácter de líder espiritual de los católicos –que son mayoría en México— y con el ascendient­e moral del Vaticano en el mundo de la diplomacia, resultaba impensable que el Papa rechazara la invitación. Si se estima que la Iglesia puede contribuir con algunos criterios éticos a la solución de un problema social que tiene sus raíces más profundas en la pobreza y la injusticia, y sobre todo si se le invita formalment­e a aportarlos, era de lógica elemental anticipar que lo haría de mil amores… como lo ha hecho en países –Colombia, por ejemplo— en que ha tenido ocasiones similares de dejar oír su mensaje milenario.

-IIIPOR lo demás, del interés del actual pontífice por la problemáti­ca social que aqueja a México, ha habido reiteradas pruebas. Varias de ellas constan en los discursos en su visita pastoral, y particular­mente a un reclusorio de Ciudad Juárez, en febrero de 2016.

Que lo haga por medio de una breve videoconfe­rencia –como sucederá, por lo que se ha anunciado— es lo de menos…

(Dicho lo cual, con la venia del lector amable, abrimos un receso de una semana en este espacio).

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