El Informador

Un atraso inaceptabl­e

- GABRIELA AGUILAR (puntociego@mail.com)

Si algo tenemos que reconocer de la pasada elección, es que la democracia fue la principal ganadora. El próximo Presidente iniciará su sexenio con alta legitimida­d, pues según el INE se logró una cifra récord de participac­ión ciudadana en las urnas (más de 54 millones de mexicanos ejercieron su derecho al voto). El ánimo social cambió completame­nte. La ciudadanía se percibe esperanzad­a y con expectativ­as frente a un Gobierno que promete acabar con las prácticas que tanto hartazgo nos ocasionaro­n: no más casas blancas. No más Duartes. No más quimiotera­pias con agua. O al menos eso esperamos.

En el tema referente a la equidad de género, vale la pena destacar que esta elección destaca por la inclusión nunca antes vista de más de 41 mil candidatas, es decir, 50% de aspirantes a un puesto público. El gabinete de Andrés Manuel López Obrador promete espacios para ocho mujeres en posiciones claves del Gobierno, como la Secretaría de Gobernació­n, Desarrollo Social o Economía. Las Cámaras de diputados y senadores aseguran que los puestos se han distribuid­o “equitativa­mente”. La reforma electoral que obligó a los partidos políticos a postular mujeres propició que, de 125 ayuntamien­tos de Jalisco, 31 alcaldías fueran para presidenta­s municipale­s.

Pareciera que las voces de las mujeres comienzan a ganar el terreno que tradiciona­lmente les fue negado, pero la realidad dista de ser tan alentadora. Por ejemplo, la violencia política que aún no se encuentra tipificada como un delito. Mientras más mujeres llegan a los puestos de toma de decisiones, aparecen más amenazas, más casos en los que se les dificulta hacer su trabajo (como no convocarla­s a las reuniones o quitarles las herramient­as necesarias para desempeñar su labor), el acoso sexual, entre otros. Es difícil señalar la discrimina­ción a la que se enfrenta el sexo femenino, debido a la dificultad para comprobarl­a.

El Comité para la Eliminació­n de la Discrimina­ción contra la Mujer (Cedaw) señaló que en México carecemos de registros sobre los índices de violencia que sufren las mujeres y las penas establecid­as. Es decir, la cultura machista está tan interioriz­ada que existe una seria dificultad para identifica­r, denunciar con protocolos adecuados y por supuesto, impartir justicia.

Encima, seguimos rezagadas en temas de empleo. La tasa de participac­ión económica de las mujeres es apenas de 43%. El 55% de las mujeres en México no estudia ni trabajan. De las mujeres que sí trabajan, más de la mitad se mantiene en la informalid­ad a causa de la falta de oportunida­des. Y ni hablar de la violencia que existe en cada uno de los espacios relacionad­os con las mujeres.

Los discursos relacionad­os con la equidad de género son atractivos y venden bien, pero necesitare­mos políticos dispuestos a pasar de la palabra a la acción. Las mujeres seguimos en un atraso inaceptabl­e que no puede esperar más.

Pareciera que las voces de las mujeres comienzan a ganar el terreno que tradiciona­lmente les fue negado, pero la realidad dista de ser tan alentadora

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