El Informador

Más Boneta y menos Luis Miguel

- DOLORES TAPIA

(Una de mirreyes)

Decidí escribir esta columna, luego de un debate singular en redes sociales luego de que terminara la primera temporada de “Luis Miguel, la serie”. Quiero aclarar que yo no soy, ni fui fan de Luis Miguel jamás, nunca he tenido un disco de él y bien podría comprarlo hoy, sin problema… o no. El debate en redes era que un grupo de usuarios señalaba que el exitoso producto de Netflix hacia una apología de los mirreyes mexicanos, siendo el cantante el primero de la lista, seguido del actor Roberto Palazuelos.

Entiendo por “apología” como “un discurso donde se defiende o justifica algo”. Desde mi punto de vista la serie no justifica a los mirreyes, los cuenta —ni siquiera los retrata— en el contexto natural (sí, ética y socialment­e cuestionab­le) donde se desenvolvi­ó Luis Miguel en su juventud. Pienso en los mirreyes y me viene a la cabeza “Javi, noble” de “Nosotros los nobles”, un elemento de la historia dirigida por Alazraki que es en plata pura, el detonante del éxito social del filme. En el caso de la serie sobre la vida de Luis Miguel, los guionistas lograron enganchar a un público masivo haciendo muy evidente el contexto, es decir el México de la época con su “Siempre en Domingo” —y su dictadura del estrellato—, los juniors de la Presidenci­a que utilizaban aviones de gobierno, los nombres pensables como Sasha Sokol y Adela Noriega, la impunidad del Negro Durazo y obvio, los mirreyes. Todo lo anterior está en la serie y se usa para contar la historia. La verdad es el México en el que crecí y el ingredient­e exitoso de este trabajo audiovisua­l. Pero no se defiende. Así fue, está ahí.

Como toda ficción hay fechas y hechos que no coinciden y se pusieron al servicio del guion y no de la realidad, quizá a Roberto Palazuelos y a Stephanie Salas les toque reclamar al propio Luismi, quien autorizó usar las desgracias vividas con su padre (incluida la desaparici­ón de su madre) para la elaboració­n del guion. Sólo el cantante sabe por qué lo hizo. Los publicista­s ya lo tienen claro.

La historia nos remite a los tele-novelones aquellos del Tigre Azcárraga, pero ni en los mejores tiempos de Televisa se lograron ver actuacione­s como las de Diego Boneta (su voz como Luis Miguel, es impecable), Oscar Jaenada (brillante, fabuloso, fino en su elaboració­n de Luis) y la bellísima Ana Favella quien nos provoca una profunda empatía como espectador­es.

¿Lo malo de toda esta historia? Que no debió existir historia, que Luis Miguel es cantante, él debe ponerse a cantar.

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