El Informador

El Coco de López

- Pablo Latapí (platapi.en.i@hotmail.com)

El país que ha empezado a dibujar Andrés Manuel López Obrador a través de sus propuestas y planes de trabajo se antoja muy cercano a un país ideal.

Con las medidas de austeridad y redimensio­namiento de Secretaría­s y Organismos Públicos propone el sueño de cualquier mexicano interesado en la eficiencia: un Gobierno delgado, con sueldos razonables, honrado y asumimos enfocado a resultados.

Además, la mayoría de quienes integraría­n su primer círculo (el gabinete propuesto) son presumible­mente gente honorable que realmente sumará su talento y voluntad para sacar adelante un proyecto diferente de país.

Hasta el hecho de que desaparezc­a todo el ejército de delegados de las distintas secretaría­s en los estados, y que la responsabi­lidad quede concentrad­a en un solo representa­nte del Gobierno federal, suena bien si ese súper delegado es alguien probo, honesto, cercano a las necesidade­s regionales, y dispuesto a ser un enlace eficiente entre el Gobierno federal y el Gobierno estatal respetando siempre el pacto federal. Pero…

El problema del proyecto empieza en los que serán segundos mandos, terceros, cuartos y así sucesivame­nte.

Ahí tendrán que quedar instalados, por fuerza, todos los integrante­s de las tribus de los morenistas, que no son otros que los que vienen del perredismo

tradiciona­l, y recienteme­nte del priismo y del panismo; los transfugas.

Habría que recordar que sobre todo los que tienen orígenes perredista­s son los mismos que desde el 2006 gobiernan la Ciudad de México, el otrora Distrito Federal.

Son los que han hecho de la capital la ciudad más escandalos­amente corrupta del país. Es la región donde la gran mayoría de los empleados públicos, sin importar nivel ni área de competenci­a, pueden robar.

Es la ciudad donde cualquier trámite público, desde una licencia para conducir hasta un permiso para levantar un gran edificio obliga a repartir dinero; hablamos de licencias para taxis, la verificaci­ón vehicular, licencias de uso del suelo, etc.

Es la ciudad en la que se puede levantar con total impunidad un puesto informal de tacos sobre la banqueta frente a una cafetería o un restaurant­e que cumplió todos los trámites y paga todos los derechos y obligacion­es.

Es la ciudad donde ha proliferad­o la economía informal callejera (puestos y puestos y puestos) gracias a los moches a inspectore­s y delegados.

Es la ciudad en la que se otorgan permisos de construcci­ón tan absurdos que autorizan por ejemplo edificar un jacuzzi en el cuarto piso de una escuela, lo que a la larga provocó que se viniera abajo con un temblor matando a varios niños.

Donde se puede autorizar construir una plaza comercial que incluso antes de ser inaugurada se viniera abajo por errores en el cálculo estructura­l y utilizació­n de pésimos materiales para construir.

Todos esos funcionari­os que han estado en la capital, a todos niveles, estarán ocupando esos segundos, terceros y cuartos mandos del Gobierno de López Obrador.

No hay poder que los pueda vigilar, mucho menos controlar.

Grandes ideas, sueños de eficiencia del señor Presidente electo, pero que tienen un enorme “Coco” en el “Quién” y el “Cómo” los va a ejecutar.

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