La desplazó el acoso
Adamari llegó a Guadalajara junto con su padre, madre y hermana desde Jalpa, Zacatecas, para tratar de conseguir más dinero porque su papá estaba desempleado. Desde pequeña comenzó a acompañar a su mamá mientras ella vendía en la calle. La menor ahora tiene 16 años y ha compartido su testimonio a los trabajadores del Movimiento de Apoyo a Menores Abandonados (MAMA) AC.
“Al principio yo era como la que vigilaba y si veía a un policía les decía. También cuidaba el puesto y les ayudaba cargando las bolsas con mercancía. Siempre atrás de ellos por si llegaba un inspector o un policía para quitarles la mercancía”.
En ese tiempo, Adamari fue contactada por el organismo y éste la apoyó con sus estudios durante dos años, pero los abandonó porque las necesidades de su familia crecieron.
Así, cuando cumplió los 12 años comenzó a trabajar sola… pero su tarea se le dificultó. “Los inspectores empezaron a ubicar a mi mamá y me dijeron que si a mí me veían vendiendo me iban a mandar al DIF”.
Antes de 2015, con las campañas electorales, su familia comenzó a apoyar a los candidatos con la promesa de un espacio. “Jalaron a todos los comerciantes prometiéndonos lugares y permisos”. Sin embargo, eso no ocurrió y posteriormente aumentó lo que ella considera como “acoso”.
“Llegaban los policías, te quitaban y hasta te insultaban, y cuando ven a alguien pequeño te dicen `te vamos a llevar al DIF y a tu mamá a la cárcel'”.
Adamari regresó a Zacatecas con su papá, quien se logró instalar como carpintero. Tampoco hoy les alcanza el ingreso por lo que su madre pasa temporadas de hasta seis meses como ambulante en Guadalajara. En ocasiones ella la acompaña.
“Yo pienso que no es que obliguen a los niños a trabajar, sino que son las circunstancias. Ellos dicen: `si yo trabajo va a haber más dinero en casa y si yo trabajo vamos a pagar, de perdis, la renta'. No creo que los papás los obliguen; mi mamá incluso me dice que no trabaje”.