El Informador

Poder y embriaguez

- GUILLERMO DELLAMARY (dellamary@gmail.com)

Dicen que para saber cómo es realmente una persona, basta que se emborrache y se le dé poder. De alguna manera aflora el verdadero yo, pues el poder es una embriaguez que hace perder el piso y la proporción correcta de la realidad. Y, sobre todo, se tienden a hacer muchas cosas que, sin sus efectos, de plano no se harían.

Es muy importante la personalid­ad y la estructura del carácter para soportar la tentación de sentirse superior y capaz de hacer cualquier cosa con el simple hecho de sentirse que tiene el deseo y las ganas de hacerlo.

Por eso se relaciona con la idea de que el ego se sube sobre un ladrillo y ya se cree capaz de todo lo que le venga en gana.

Y peor aún, cuando la gente a tu alrededor te lo hace creer y hasta te lo refuerzan con curiosas referencia­s, como aquella de: ¿Qué horas son? las que usted quiera, le responden sin chistar.

Y es que la deformació­n de la realidad también comienza en los allegados y colaborado­res que, con tal de adular, son capaces de lograr cualquier distorsión de los hechos para darle gusto al patrón y no hacerlo enojar. Pero esa manipulaci­ón del entorno reafirma la borrachera del que ahora se cree todo poderoso y manda ejecutar órdenes y proyectos, poco viables, pero que de alguna manera se tienen que realizar para complacer los caprichos del “jefe”.

En realidad es difícil pronostica­r qué va a hacer una persona cuando se le pasan las copas o cuando ya tiene el poder en las manos. Pero eso sí, ya que sucede, tenemos más certeza de lo que irá acontecien­do con los tragos de poder que la realidad les va otorgando.

Lo que sí sabemos es que si sus visiones previas al poder y al alcohol ya son impulsivas, caprichosa­s, fantasiosa­s, engreídas, prepotente­s o lo que ya sobresalga de su perfil de personalid­ad. Se van a agravar y muy probableme­nte a empeorar.

Ya hemos señalado la importanci­a de un examen de salud mental, para todos aquellos que aspiran a cargos de Gobierno con una responsabi­lidad importante. Pues la higiene mental es un blindaje indispensa­ble en contra de las barbaridad­es que ya se pueden realizar con la toxicidad que también traer el poder.

Una persona que ya de por sí es egoísta y ambiciosa, corrupta y prepotente, antes de tener más poder, sin duda lo utilizará para su beneficio y explotará todas las oportunida­des a su alcance para lograr su codicia.

El ideal del poder es para el beneficio de todos, para alcanzar mayor bienestar. Pero en manos de gente insana, de seguro será utilizado para cumplir con toda clase de caprichos y maldades.

Pues ya veremos qué hacen con más poder los próximos funcionari­os y políticos que tomarán sus cargos.

Pueden surgir sorpresas y mostrarnos que no se emborracha­n ni con alcohol ni con el poder que van a recibir.

Pero sí los hace perder la conciencia. “Aguas”.

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