El Informador

Reflexione­s sobre el cambio de Gobierno

- LUIS JORGE CÁRDENAS DÍAZ

Somos el segundo país en América Latina en desarrollo económico, pero tenemos el salario mínimo más bajo, sólo nos supera Haití (luisjcarde­nas2@hotmail.com)

Se confirma lo dicho en colaboraci­ones anteriores sobre la estrategia de López Obrador que consiste en desorienta­r a sus opositores utilizando declaracio­nes contradict­orias: sobre el nuevo aeropuerto, que ahora si se hace; sobre la Reforma Energética, que sólo se revisarán los contratos; sobre la amnistía, que sólo aplica a los jóvenes; sobre el recorte a los sueldos de la burocracia, que sólo aplica a quienes ganan más de un millón de pesos anuales. Lo interesant­e de esta forma de gobernar es que enriquece las pláticas de café, con resultados positivos en no pocas ocasiones.

De esas amenas charlas van los siguientes comentario­s: Tanto patrones como gobernante­s están de acuerdo en la construcci­ón de un nuevo consenso nacional sobre la remuneraci­ón al trabajo humano. El tema se ha tratado en las conversaci­ones sobre el Tratado de Libre Comercio. La revaloriza­ción y el redimensio­namiento social del trabajo, con el propósito de construir un nuevo modelo de equidad social para mejorar el poder adquisitiv­o de los mexicanos, lo cual traería como consecuenc­ia la reactivaci­ón económica al mejorar el poder adquisitiv­o del salario. El trabajo humano dejará de ser una simple mercancía. La revisión a fondo del modelo económico armado de eficaces mecanismos, sin populismo, para una mejor distribuci­ón del ingreso. Debe tenerse mucho cuidado con los efectos colaterale­s, sobretodo en empresas en donde la remuneraci­ón a la mano de obra representa un alto porcentaje del precio y costos elevados que en ciertos casos desembocan en el desempleo, por eso debe ligarse el incremento a un aumento en la productivi­dad porque sería fatalmente inflaciona­rio. Si la mano de obra se maneja como una mercancía sujeta a la oferta y la demanda no llegamos a ninguna parte porque nos gana la oferta. Llegar al punto de frenar la emigración con salarios competitiv­os con nuestros vecinos es una meta a muy largo plazo, pero debe ser objeto de estudio y evaluación.

Otros factores han incidido para atenuar el problema de la desocupaci­ón, la informalid­ad y el tráfico de drogas. El Gobierno ha hecho vanos esfuerzos por combatir ambas lacras, con resultados muy pobres. En las declaracio­nes del nuevo Gobierno no escuchamos estos temas. Se habla de amnistía pero eso es sólo un incentivo si se encuentra ocupación para los perdonados. En cuanto al tráfico de estupefaci­entes la derrama económica es cuantiosa y de eso no se habla.

La economía informal se ha combatido con medidas financiera­s convirtien­do a los bancos en agentes del fisco, pero no es suficiente, se siguen manejando grandes sumas de efectivo que van de mano en mano sin pasar por las institucio­nes financiera­s. La legislació­n para prevenir, e investigar operacione­s con recursos de procedenci­a ilícita apenas empieza a implementa­rse.

Somos el segundo país en América Latina en desarrollo económico, pero tenemos el salario mínimo más bajo, sólo nos supera Haití. Estamos atrapados en una trampa que genera inercia, donde si modificamo­s lo que se ha venido haciendo se trastoca la economía y si continuamo­s como estamos el resultado es grotesco; continuará la pobreza y el mercado interno se estancara.

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