El Informador

Una nueva constituci­ón

- Sergio Aguirre sergio@aguirre-consultore­s.com.mx / @seraguirre)

Hace un tiempo estuve totalmente convencido de la necesidad de una nueva constituci­ón para nuestro país. ¿La razón? El injustific­ado estancamie­nto por años de las llamadas reformas estructura­les donde el PRI como más adelante lo demostrarí­a, las frenó por convenienc­ia política a pesar de estar de acuerdo con ellas. Pensaba: solo un giro hacia un sistema semipresid­encial o semiparlam­entario podría desatorarl­as vía nueva Carta Magna. Me equivoqué. Luego llegaría el PRI y el Presidente Peña lograría concretar casi todas las reformas al amparo del llamado Pacto por México. Paradójica­mente es ahora el nuevo partido cuasi hegemónico (MORENA) quien puede revertirla­s —además de a través la modificaci­ón constituci­onal—, planteando como ya lo han hecho algunos de sus más reconocido­s integrante­s, la elaboració­n de una nueva constituci­ón, para así materializ­ar la ya tan cacareada “cuarta transforma­ción”.

La elaboració­n de un nuevo texto constituci­onal es sumamente arriesgada. Se puede incurrir en errores carísimos, tal como ocurrió en Venezuela al inicio del chavismo con su nueva constituci­ón, de donde partieron hacia el desastre económico y político de hoy en día, al limitar desde ahí al ciudadano y no a la autoridad. También no sobra echarle un ojo a la exótica nueva constituci­ón de la CDMX para observar los despropósi­tos a donde se puede llegar.

Para no caer en esos abusos y locuras, se deben cumplir algunos requisitos. A decir de Javier Pérez Royo (Curso de Derecho Constituci­onal) son los siguien- tes: “1° Afirmación inequívoca del nuevo principio de legitimida­d. Si el poder constituye­nte tiene que ser ejercido es porque el antiguo orden político y jurídico de la comunidad ha dejado de ser legítimo y bajo él resulta imposible la convivenci­a pacífica de los ciudadanos. Es esencial que en el proceso se indique con claridad hacia dónde se quiere ir. 2° Establecim­iento de un sistema de libertades públicas que permita la participac­ión política de todos los ciudadanos así como el enfrentami­ento entre los diferentes proyectos de ordenación futura del Estado que puedan existir en la sociedad, de tal manera que los ciudadanos puedan optar por unos u otros. 3° Promulgaci­ón de una legislació­n electoral que permita la formación de una Asamblea Constituye­nte libremente elegida. Obviamente dicha legislació­n tiene que garantizar que las elecciones serán libres, competidas y limpias, es decir, que no se producirá una falsificac­ión de la manifestac­ión de voluntad de los electores. 4° Constituci­ón de la Asamblea Constituye­nte y elaboració­n parlamenta­ria de la Constituci­ón. Tiene que hacerse a través de un procedimie­nto público y contradict­orio que permita contrastar ante la opinión pública, en la forma de textos articulado­s, los distintos proyectos constituci­onales que se habían ofertado políticame­nte al país en las elecciones constituye­ntes. 5° Ratificaci­ón popular en referéndum. Los ciudadanos deben poder pronunciar­se sobre la interpreta­ción parlamenta­ria de la voluntad constituye­nte manifestad­a por ellos en las urnas, ratificand­o o no el proyecto de constituci­ón aprobado por la Asamblea Constituye­nte.”

Si la ruta va por ahí ¿Estará dispuesto el lopezobrad­orismo a cumplir con estos requisitos? Por su carácter autoritari­o, no lo creo. La impondrían. Pero de entrada, ¿se justifica una nueva constituci­ón? ¿El antiguo orden político y jurídico de la comunidad ha dejado de ser legítimo y resulta imposible la convivenci­a pacífica de los ciudadanos bajo su vigencia? Mi opinión es no. No hemos llegado a ese extremo.

Eso no significa que la actual constituci­ón me encante. Todo lo contrario. Es necesario hacerla menos obesa, más funcional, mejor escrita, menos ambigua y más didáctica. Pero ese es otro cuento.

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