El Informador

Las siete vidas del PRI

- Rubén Martín (rubenmarti­nmartin@gmail.com)

La estrepitos­a derrota que sufrió el Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI) en las pasadas elecciones generales del 1 de julio ha obligado a sus dirigentes a replanteas­e el futuro de ese partido e incluso la posibilida­d de cambiarle hasta el nombre. Algunos, incluso, vaticinan su muerte. Pero antes de asistir a su funeral, hay que recordar que no es la primera vez que el otrora partido monopólico ha atravesado una situación semejante. Como los gatos, el PRI tiene siete vidas.

El partido que ahora se llama PRI ha tenido al menos cinco grandes transforma­ciones, y ahora se anuncia la sexta gran reforma.

El PRI nació en marzo de 1928 con el nombre de Partido Nacional Revolucion­ario (PNR) y se constituyó como una organizaci­ón de los generales y caudillos que se quedaron con el poder tras la revolución popular de 1910. El PNR fue un gran acuerdo cupular entre las facciones revolucion­arias para repartirse el poder sin seguirse matando y levantando en armas en cada desacuerdo.

El PNR se transformó en Partido de la Revolución Mexicana (PRM) de la mano del general Lázaro Cárdenas en 1938, en el auge de las reformas cardenista­s y de reparto agrario. Uno de los cambios esenciales entonces fue la incorporac­ión de sectores campesinos y obreros a las estructura­s del partido, lo que se convirtió en el corporativ­ismo que fue tan eficaz para mantener el poder y el control de la mayoría de la sociedad.

Ocho años después, los vientos del poder viraron a la derecha y en el Gobierno de Manuel Ávila Camacho el PRM transformó su nombre al actual PRI, en 1946. En otros periodos el PRI no cambió de nombre pero sí se le remodeló su ideología. En el sexenio de Luis Echeverría Álvarez, el PRI acentuó su discurso nacionalis­ta, incorporó el discurso tercermund­ista y hasta antiimperi­alista, conceptos plagados en los discursos presidenci­ales.

En 1989, tras su imposición como Presidente del país después del fraude electoral de 1988, Carlos Salinas de Gortari llamó a una “gran reforma” del PRI y encargó la aplicación de esa tarea a su delfín, Luis Donaldo Colosio. A ese efecto se crearon nuevos sectores como el Movimiento Territoria­l, se incorporó a las mujeres y otra vez se le cambió de ideología: Carlos Salinas le impuso al PRI el “liberalism­o social”, un amasijo ideológico que pocos priistas adoptaron y se tomaron en serio.

De esta somera revisión puede verse que el PRI realmente no ha sido un partido uniforme, ni con una ideología definida. El PRI (y sus antecesore­s PNR y PRM) han sido instrument­os al servicio del grupo de poder en turno. Los presidente­s emanados del PRI han tenido la prerrogati­va de modificar y cambiar el partido de acuerdo a sus circunstan­cias y hasta de sus caprichos.

Solamente hay un cambio cualitativ­o muy importante en esta ocasión: será la primera vez que el PRI pretenda renovarse o reformarse estando fuera del poder. Las anteriores reformas ocurrieron con el control político casi absoluto y teniendo a un Presidente del país emanado del PRI. Ahora no tienen ni Presidente, ni la mayoría del poder político nacional. Y este cambio, probableme­nte, sea tan significat­ivo que lleve incuso a la desaparici­ón de este partido. Un partido que hasta ahora no ha vivido fuera del poder político nacional.

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